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Podéis leer buenas narraciones en la Biblioteca de Relatos.

31 de octubre de 2019

¿Hacia un feminismo poshumanista?: feminismos, cuerpo, tecnología y ciencia ficción

3 encuentros coordinados por Lola Robles:
Miércoles 20, miércoles 27 de Noviembre y viernes 13 de Diciembre
18 30 horas
Enclave de libros - C/Relatores, 16. Madrid

El feminismo (los feminismos) es/son un pensamiento, una ideología, una forma de vivir y un activismo que siempre se han enfrentado a cambios, retos, crisis. Las consecuencias del desarrollo científico y tecnológico en la vida humana y, en par­ticular, de las mujeres, han preocupado a las teóricas, desde Shulamith Firestone y Lidia Falcón a Donna Haraway y Rosi Braidotti. Cuestiones como la gestación subrogada/alquiler de úteros o la ectogénesis /gestación extrauterina son fundamen­tales para el feminismo, ya que este considera que el control de la reproducción humana es una de las bases del patriarcado.

De la tecnología, el feminismo ha sospechado sus oscu­ros peligros, pero también sus mejores posibilidades, des­pués de cuestionar la idea de naturaleza, incluyendo el binarismo/esencialismo/biologicismo de sexo/género. Incluso los conceptos de lo humano y la humanidad, nocio­nes modernas, antropo/androcéntricas, y eurocéntricas, se ponen en cuestión. Por eso, lo poshumano es un camino in­quietante y perturbador, a la vez que sugestivo de explorar.
La ciencia ficción especula sobre todas estas posibilidades. Lo hace en el campo audiovisual y literario/narrativo, y en el ensayo feminista, con frecuencia prospectivo y hasta utópico.

En estas tres mesas de debate hablaremos, a partir de de­terminadas lecturas, sobre la relación entre los feminis­mos, las tecnologías y los cuerpos atravesados por ellas.

“Dejemos atrás las visiones patriarcales y coloniales de la tecnología (que oscilan entre delirios de superpotencia y paranoias de total desempoderamiento) y hagámonos car­go de las formas heterogéneas que está tomando nuestra conciencia. Estamos mutando y solo algunos de nosotros (los que llevamos el monstruo dentro, aquellos en los que nuestra propia subjetividad y nuestro propio cuerpo han sido públicamente señalados como campos de experimen­tación y testigos materiales de la mutación) lo notamos”.
Paul Preciado. Un apartamento en Urano.

“Debo reconocer mi afinidad con el poshumanismo críti­co. El Hombre, centro del universo renacentista y ser pri­vilegiado de la cosmogonía judeocristiana, se ha convertido en un simple eslabón del proceso evolutivo y ahora debe aprender a compartir piso con otras personas, y con seres que no son humanos, ni están vivos. El control de nuestra propia evolución biológica ya no es una cuestión restringi­da al ámbito de la ciencia ficción, ya que los humanos so­mos el primer organismo terrestre que trabaja en la fabri­cación de su propio sucesor, y son muchas las personas que tienen en mente diferentes diseños de este ser poshumano.
“…el feminismo debe ser antihumanista porque el humanis­mo es patriarcal y se basa en una identidad normativa que se ha instaurado a partir de prácticas de exclusión y discri­minación configurando una idea de lo que debería ser la na­turaleza humana, que hoy está en crisis”.
Teresa López-Pellisa. “Heterotopología: poshumanismo(s), (xeno)feminismo(s) y ciencia ficción

Miércoles 20 de noviembre. 18,30 h. 
Un apartamento en Urano: soñar con otros terri­torios de género desde el feminismo. ¿Abolición o libre elección de género?
Partiremos del libro Un apar­tamento en Urano, de Paul Preciado (Anagrama, 2019).
Con Olga Baselga y Matt D. McGregor.

Miércoles 27 de noviembre. 18,30 h.
Supernovas, dis/utópicas y poshumanas: la ciencia ficción y el feminismo. 
Partiremos de las obras Superno­vas: una historia feminista de la ciencia ficción audiovisual, de Elisa McCausland y Diego Salgado (Errata naturae, 2019) y de El libro de Joan, de Lidia Yuknavich (Alpha Decay, 2018).
Con Elisa McCausland, Diego Salgado y Lola Robles.


Viernes 13 de diciembre.18,30 h. 
Gestación subrogada y ectogénesis: ¿la tecnología reproductiva liberará a las mujeres o será una nue­va forma de opresión? 
Partiremos del ensayo Gestación subrogada (Pepitas de calabaza, 2019), de Layla Martínez, y la antología Proyectogénesis: relatos de la matriz artificial (Encla­ve de libros, 2018).
Con Gracia Trujillo, Yoya Fortún y Lola Robles.

Entrada libre con colaboración voluntaria

Taller "Cuando ellas imaginan" sobre escritoras latinoamericanas de géneros no realistas. por Maielis González Fernández.


Comienza el martes 5 de noviembre a las 18:30 h.

Centro Social La Tortuga Lavapiés.
Calle de la Espada 6 Madrid
Metro Tirso de Molina.

La literatura fantástica latinoamericana tiene muchas aristas. Se puede presentar en la forma de realismo mágico, de fantasía, de fantástico puro o de ciencia ficción. Aunque tradicionalmente nos han contado que en este panorama predominan los autores (y es cierto que los hay muy grandes) son muchísimas y muy buenas las escritoras que han contribuido con una obra sólida y distintiva, pero por motivos extraliterarios su legado ha sido socavado y solo en las últimas décadas se han comenzado a colocar en su lugar y a reconocer en su medida.

Este curso tiene como objetivo primordial la invitación a la lectura de estas autoras latinoamericanas, muchas de ellas contemporáneas, jóvenes y con una obra de mucha calidad y que recién empieza. Para ello se leerán relatos cortos aunque también se debatirán novelas y textos más largos con motivo de interesar en su lectura. Autoras como Elena Garro, Silvina Ocampo, Angélica Gorodischer, María Elena Llana, Gina Picart, Mariana Enríquez, Samanta Schweblin y Agustina Bazterrica y Laura Ponce.

El curso se desarrollará todos los martes del mes de noviembre y la aportación para la matrícula será de 50 euros.

29 de octubre de 2019

RAZONES PARA NO LEER “BOMARZO” DE MANUEL MUJICA LAINEZ




Termino de leer Bomarzo del escritor argentino Manuel Mujica Lainez, que por circunstancias de la vida no había leído hasta ahora. A mí me ha encantado y me ha parecido una obra prodigiosa, pero me veo en la obligación de recomendaros que no la leáis.

En primer lugar, porque es muy larga y con un estilo magnífico, pero en el que abundan las frases largas y con muchas oraciones subordinadas. No es que el ritmo sea demasiado lento, pero sin duda no es vertiginoso. Además, da mucha envidia ese estilo de tanta calidad y la profundidad psicológica de los personajes. Puede provocar serios ataques de ansiedad por no llegar a ese nivel, y de una envidia no precisamente sana. Acentuaría complejos.

Por otro lado el protagonista es jorobado y se hace mucha incidencia en esa condición y en su complejo de inferioridad por ella. Todo ello sin ninguna advertencia previa ni ninguna intervención del autor cuestionando el modo en que el propio protagonista se trata a sí mismo, considerándose un monstruo. Resulta muy posible que las personas con esta circunstancia física se sientan ofendidas y heridas en su sensibilidad, y si tienen algún trauma, este crezca.

Pero no solo es jorobado el protagonista, el duque de Bomarzo, sino que comete algunos actos absolutamente cuestionables, sin que se nos advierta antes tampoco. Desde luego, tiene toques de machismo y de clasismo. Cierta misoginia es más que evidente, pero claro, se compensa con la exaltación de los efebos y sus cuerpos gloriosos. No juzgo, advierto.

No sé qué más decir para convenceros de que no leáis Bomarzo, pese a su indudable calidad y lo mucho que podríais disfrutar y aprender con ella. Digamos que presenta personajes complejos, de los que no acabamos de saber si son buenos o malos. El autor no pone en entredicho jamás la clase social de sus personajes. Se deleita escribiendo, se nota un montón.

Aparece de pronto una serpiente, UNA SERPIENTE Y NADIE ME AVISÓ (les tengo fobia y me dan palpitaciones con solo nombrarlas).

En fin, lo dejo aquí. Yo creo que ya he dicho suficiente. Como me ha dicho mi buen amigo Joan Antoni Fernández, estamos ante un licor fuerte y exquisito, si  te lo bebes como si fuera una caña, te puedes marear.

15 de octubre de 2019

"PAKMINYÓ", DE FELICIDAD MARTíNEZ


Termino de leer la novela de fantasía Pakminyó, de Felicidad Martínez, aparecida este mismo año 2019 y publicada por la editorial Cerbero, aunque no en sus colecciones de bolsilibros, porque esta es una obra de bastante extensión.

He de decir que la historia me ha gustado e interesado mucho. Pero me gustaría dar unas recomendaciones para su lectura. La primera, tomárselo con calma, dadas las muchas páginas y la complejidad de la trama. Merece la pena, de vez en cuando, leer despacio. La segunda recomendación es ir, antes de empezar el libro, a los apéndices finales, que facilitarán mucho la lectura, sobre todo a la hora de comprender la sociedad que se nos presenta, sus jerarquías, los nombres de los personajes y los tratamientos que se les dan, que se forman por sufijación (algo que no ocurre en castellano, pues aquí se utilizan términos delante del nombre: doña marta, señor Vicente, maese Pérez, mi capitán, apreciada María, etc.). Además, los nombres son cortos y parecidos a los orientales, diría que a los chinos o coreanos, lo que dificulta más recordarlos. Yo, que en vez de leer visualmente escucho la obra, he tenido que volver atrás varias veces.

Dicho esto, comentar que se trata de la creación de todo un mundo de lo maravilloso, territorio de ficción no frecuentado por la autora, pero en el que incursiona con soltura, buen estilo y eficacia. Ese mundo creado es verosímil y coherente. Cierto que la fantasía permite más libertad que, por ejemplo, la ciencia ficción, sin embargo, necesita también presentar una trama sólida que posibilite el pacto de ficción. Yo creo que la autora se cree lo que cuenta y eso se nota. Aparte de ello, pienso que la escritura de Martínez   ha evolucionado a mejor con los años, va siendo más madura y de mayor calidad.

Esta sociedad, con una estructura que recuerda la de algunos insectos (las abejas, resulta fácil pensar enseguida) es de una complejidad enorme. Tiene sus propias costumbres, ritos, historia, lenguaje, problemas. En ese sentido, Martínez ha hecho un gran esfuerzo de creación. Porque hay varias partes en esta historia, que queda, por añadidura, abierta a una continuación. Partes que ocurren en diferentes lugares de aquel mundo y que plantean situaciones relacionadas entre sí, pero distintas y complejas.

Hay algunos elementos propios de toda la obra de Felicidad Martínez que reaparecen aquí: las arduas intrigas, la violencia y las luchas cuerpo a cuerpo, los conflictos y guerras, los juegos de poder, los personajes un tanto retorcidos. Pero también consigue protagonistas muy simpáticos, incluso dotados de una gran ternura y que pueden ser, a la vez, encantadores y fieros. Estamos ante figuras complejas, no meros estereotipos, aunque, por supuesto, esto se ve más en los principales que en los secundarios.
No debe resultar fácil, me parece a mí, escribir una obra de fantasía demasiado original, porque es un género muy transitado. No es de los que más me gustan, precisamente por sus recurrencias. Sin embargo, siempre se pueden utilizar y reelaborar bien los tópicos. En Pakminyó asistimos al clásico tema de la formación del o la  protagonista. Novela de formación, pues, de paso a la madurez, y un viaje de la heroína, geográfico y psicológico. Pan, la prota, es un encanto, de verdad.

Me gusta cómo se trata la cuestión de la magia. Estamos dentro de un mundo de lo maravilloso, pero, ay, que se acerca a una gran crisis. En ese sentido, y con todas sus diferencias, la obra de Martínez me recuerda a las dos novelas de Conchi Regueiro pertenecientes a la serie Los espíritus del humo, aunque las narraciones de Regueiro son más realistas (como género) y más cercanas a la ciencia ficción. Por otro lado, hay un trasfondo metafórico (de tipo social) en Pakminyó. Se descubre al final y está creado de manera bastante sutil, nada panfletaria.

Más elementos que me han gustado: el colorido de estos personajes, literalmente; el interés por el vestuario y todo tipo de detalles de esa sociedad, las relaciones personales, nada simples, como no lo son nunca las humanas.

Me ha costado, eso sí, meterme en las escenas de lucha, que se me han hecho largas. En ocasiones, me perdía un poco (o bastante) en las intrigas.

Dos son los aspectos que me parecen más interesantes y destacables en esta historia, advirtiendo de antemano que ello se debe a mi gusto precisamente por esos temas.

El primero es la muy elaborada creación del lenguaje de esta sociedad. La cuestión de los tratamientos, por ejemplo. Supongo que la autora se habrá inspirado en algunas lenguas orientales, al igual que para los nombres y apellidos. Y, en particular, me ha parecido de gran interés su uso de un género neutro para designar al conjunto de varios individuos de diferentes sexos o identidades de género sexual. En castellano y otras lenguas romances, esa función la cumple el masculino supuestamente genérico, pero debido a que nuestra sociedad tiene una estructura patriarcal, ese masculino acaba, con demasiada frecuencia, por no denominar más que a los individuos varones, convirtiéndolos en universales, en únicos, es decir, no solo invisibilizando y ocultando a las mujeres, sino, más aún, excluyéndolas por completo. Bien, en este mundo que crea Martínez, eso no ocurre. El neutro, representado por los morfemas –e y –es, actúa como verdadero genérico y también sirve para referirse a individuos que no son de género sexual masculino ni femenino, sino neutros o fluidos.

Este otro aspecto de la narración, la existencia de una diversidad de géneros, el no binarismo, el que sea una sociedad no patriarcal, me ha encantado. No es fácil hacerlo de forma creíble, porque, como ahora es un tema que se ha puesto un poco de moda, hay algunos autores y autoras que lo incluyen de un modo que resulta forzado, inverosímil o estereotipado. No pasa así en Pakminyó.

Recomiendo la obra a amantes de historias largas de fantasía; a quienes trabajen el tema LGTBQIA, en especial el tema queer; a quienes gusten de buenas invenciones con el lenguaje.

Chapeau.