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Podéis leer buenas narraciones en la Biblioteca de Relatos.

11 de julio de 2024

"MISS QUIMERA", DE ALICIA SÁNCHEZ

 Alicia Sánchez

Miss Quimera

Málaga, El Transbordador, 2024

184 páginas

 No suelo leer obras de humor ni comedias, pues soy más aficionada a lo dramático. Pero, en esta ocasión, me animé con Miss Quimera, novela breve de Alicia Sánchez, publicada este año de 2024 en la editorial malagueña El Transbordador. La experiencia ha sido muy positiva. Sánchez nos sumerge, desde las primeras páginas, en un mundo que parece de fantasía o de lo maravilloso, con unas criaturas, lo descubriremos pronto, no exactamente humanas, aunque se comportan como tales. La acción transcurre en la localidad Quimera del Mar, ciudad de vacaciones, que nos recuerda de inmediato a esas urbes artificiales creadas junto a las playas mediterráneas para atraer al turismo, ofreciéndole todo tipo de actividades lúdicas. Lugares con mucho de engendros, tan adecuados para la comedia ligera como para el terror. No olvidemos tampoco el nombre que lleva este lugar, Quimera.

Las protagonistas son dos hermanas mellizas, Melodía y Armonía, que junto a su madre se deciden a veranear en este supuestamente idílico espacio. Allí, por supuesto, entablan relaciones con otros turistas. Ya se sabe lo que pasa en las vacaciones de verano: surgen las amistades, los amoríos, las aventuras y los proyectos estupendos, por ejemplo participar en un concurso de belleza para elegir a Miss Quimera. Los amores, en este mundo en el que nos hemos sumergido, no son exactamente como en el nuestro, pero eso resulta muy interesante. Al principio de esta historia, se diría incluso que estamos ante una narración de cozy fantasy, agradable y encantadora como los personajes, aunque alguno de ellos pueda resultar un poco irritante, por ejemplo la madre de Armonía y Melodía, pero es que no deja de cumplir su papel maternal. Llama la atención esto, porque Alicia Sánchez ha escrito sobre todo terror. Y Quimera del Mar está llena de color y simpatía, despierta sonrisas. Nos damos cuenta de que no es exactamente nuestro universo y de que hay algo de surreal. Por momentos, me recordó La espuma de los días de Boris Vian y admiré la imaginación de la autora al inventar los elementos de la ficción o incluso los nombres paródicos. Hay reminiscencias de la cultura pop, de la publicidad y de muchas obras audiovisuales, comedias y películas de ciencia ficción estadounidenses, aunque también aparecen connotaciones muy hispánicas.

Pero no hay que fiarse. La felicidad nunca es completa. Hay conflictos entre las dos hermanas y con su madre, hay amores contrariados y las dos mellizas se interesan por la misma persona. Además, extrañas desapariciones, empiezan a perturbar la tranquilidad veraniega.

Y eso no es todo. Se prepara ni más ni menos que una invasión alienígena de saturninos verdes, una de las extraterrestres en busca de una vida mejor nos va haciendo una crónica de su viaje hacia la Tierra. Se parecen mucho, estos alienígenas, a los de los cómics y dibujos animados, pero se muestran muy maduros y se comprende su necesidad de emigrar. Poco a poco, lo que parecía una narración de fantasía o lo maravilloso se va hibridando con la ciencia ficción.

Todos esos elementos confluyen y se convierten en una amenaza que puede hacer zozobrar la dicha.

¿Es sorprendente el final? Cada persona que lea la novela tendrá que juzgarlo.

Al igual que cuesta terminar las vacaciones y marcharse del sitio donde lo hemos pasado tan bien, de nuevo hacia casa y hacia la dura realidad, finalizar un libro como este nos deja un poso de alegría, pero también una dulce tristeza. Es esa realidad inevitable, inexorable, la que nos sacude. Sin embargo, quizá hay un resquicio para mantener lo prodigioso a salvo.

La historia de Sánchez, bien escrita, con una brevedad que la beneficia, no está exenta tampoco de una aguda crítica y sátira social. Sería una pena que el público lector se perdiese ese encanto y ese fino humor.

24 de mayo de 2024

"LO QUE SE ESCONDE AL FINAL DE LA ESCALERA", DE GEMMA SOLSONA ASENSIO

 Lo que se esconde al final de la escalera

Gemma Solsona Asensio

León, Eolas, 2024.

Colección Las puertas de lo posible.

Prólogo de Ana Martínez Castillo.

224 páginas.

Lo que se esconde al final de la escalera es un escalofrío bello. Estamos ante un libro de cuentos, diez narraciones de diferente extensión que abordan lo inquietante, lo insólito, lo perturbador. No son historias de terror con sobresaltos que causen palpitaciones. Gemma Solsona se decanta por lo extraño, por el desasosiego, por la creación de atmósferas espesas y malsanas. Por las casas encantadas, claustrofóbicas. Por las naturalezas y paisajes siniestros. Y por los niños y niñas chungos, decididamente tóxicos. La infancia se nos presenta como una otredad, una extrañeza, un dominio ajeno al de los adultos, que no la entienden y ni siquiera desean intentarlo. En la niñez, la imaginación es la reina. Lo que pasa es que puede convertirse en una reina perversa. 

El público lector de estos relatos sería aquel que prefiere lo sutil, la elegancia,  un estilo preciosista, muy cuidado y cercano a lo poético. Solsona ha trabajado mucho sus textos. Son páginas elaboradas con lentitud y esmero, a fuego lento, se nota. Eso sí, la poeticidad, igual que el humor, rebaja un tanto la intensidad terrorífica.

Otra característica común de todos estos cuentos es que se basan en otras obras, literarias o audiovisuales, algunas tan conocidas como Otra vuelta de tuerca de Henry James o el mediometraje La cabina, dirigido por Antonio Mercero y coescrito por el mismo director y José Luis Garci. Pero no estamos ante nuevas versiones o remakes de esas historias. Con buen tino, la autora prefiere inspirarse libremente en ellas, en alguno de sus elementos, o en una atmósfera, y, partiendo de allí, crear algo que puede ser distinto. Y esto da mejores resultados, porque un intento de emulación sería mucho más arriesgado y podría fracasar fácilmente. En cualquier caso, la intertextualidad se convierte en la urdimbre de estas narraciones. Solsona se muestra como una escritora con cultura y con un acervo literario muy bien elegido, y se sirve de la propia literatura como fuente de inspiración. Como lectora, echo de menos, sin embargo, que la escritora ponga más de sí misma en sus páginas, una impronta que se evidencie más. También le falta una mayor dosis de maldad: quizás no la tenga.

Otro elemento común es que la práctica totalidad de los relatos se sitúan en un tiempo anterior a internet. Esa ausencia de la tecnología actual dificulta las comunicaciones y acentúa la sensación de aislamiento y espacio cerrado, de soledad y de peligro. El estilo se adecúa al contexto.

Destaco algunos  cuentos: “La rebelión de los Reyes Magos”, con niños malísimos y con una protagonista, tía abuela, muy bien lograda. “La casa infiel”, destaca especialmente por su poeticidad. Aquí, como en “La máscara y el monstruo”, la narradora se anima a experimentar y alejarse más del original, y consigue muy buenos resultados, un camino  al que espero que regrese. “La ausencia” se inspira en doña Emilia Pardo Bazán; es casi una novela corta, con un entorno y una atmósfera muy conseguidos. Y, en cuanto a “Veo, veo. ¿Qué no ves?”, estamos ante una muy sugerente nueva versión del tema del doble; atención a la escasa o nula empatía por parte de los adultos hacia la niña protagonista: nada que extrañar, ya que este relato toma como referente a Ana María Matute. Creo que cuando Gemma Solsona elige a escritoras como Matute o Rodoreda, muy cercanas a su estilo y a cierto intimismo, es cuando consigue sus mayores logros. He hablado de cinco relatos; hay otros cinco más, igual de extraños y, a veces, agobiantes, una telaraña fina, pero de la que es difícil escapar.

Solsona ha publicado otros libros de cuentos, un género que siempre tiene más dificultades para ser editado y recibido: Casa volada (Huso, 2019); Brujas blancas, hadas negras (Apache, 2021); Blancogramas (InLimbo, 2021). Además ha sido seleccionadora y participante en antologías colectivas como Vuelo de brujas (Apache, 2018); Donde las hadas no se aventuran (Apache, 2020); Lo que cuentan los monstruos (Apache, 2023); Todavía vivimos en el castillo: relatos inspirados en la obra de Shirley Jackson (Apache, 2024, coordinado también por David Roas).

4 de abril de 2024

“DIOSA DE TIERRA Y METAL”, DE MARISA ALEMANY

          Marisa Alemany López

Diosa de tierra y metal

Málaga, El Transbordador, 2018.

240 páginas.

 Esta es una novela con un estilo brillante y un argumento condensado igual que en la poesía. Por eso necesita ser leída con atención. Personalmente, aunque puedo disfrutar también de un volumen extenso y detallado en su ambientación y personajes, admiro más los destilados, los elixires, las joyas pequeñas pero bien trabajadas. He encontrado aquí una pequeña alhaja cuya lectura me ha sido muy placentera. Se publicó en 2018; sin embargo, la mayoría de los libros no caducan y, por fortuna, este es el caso.

El libro ofrece, al principio, un glosario que facilita el conocimiento de personajes, razas, animales y lugares. Estamos ante una novela de ciencia ficción con un fuerte componente de fantasía o lo maravilloso.

La acción se desarrolla en un cúmulo estelar, el Cúmulo de las Tres Hermanas, en la Vía Láctea. Tres estrellas, El Fuego Blanco, una gigante azul, y dos de menor tamaño, marrones, Elucidé y La Otra, están en un extremo del cúmulo; en el otro, se encuentra Culmen, un sol amarillo. Alrededor de Culmen orbita el planeta Prakiti, con unas condiciones de vida muy acogedoras. La capital de Prakiti es Kil. El mundo tiene un satélite, Iris, donde hay minas para su explotación. En la zona de El Fuego Blanco y las dos estrellas marrones se encuentra el extraño planeta El Quiebro, con una orografía alucinante (olvidémonos del problema de los tres cuerpos, aquí no va a perturbar nada). Encélado es un asteroide errante y Dokas, un planeta terraformado. Este pequeño sistema de objetos celestes no debe examinarse desde el rigor científico, astronómico. Se trata, más bien, de un escenario cercano a la fantasía y con una fuerte carga estética. En ese sentido, recuerda los ámbitos creados por T. P. Mira de Echeverría en la novela corta Madrugada (Cerbero, 2019), o por Ana Tapia en el poemario de ciencia ficción Las ovejas radiactivas de Kolimá (Cazador de Ratas, 2019).

En este cúmulo viven tres razas, los ahimsa, provenientes de la Tierra; los solárides, con el mismo origen, pero que llegaron después y ocupan los planetas y satélites más inhóspitos, lo que les provoca graves problemas de salud, además de haber sufrido la radiación durante el viaje estelar; y los addeptes, mutantes que han conseguido una mayor adaptación al entorno que los solárides.

La joven Jyoti, proveniente del satélite Iris, llega a Kil, capital de Prakiti, en busca de noticias sobre su madre, una mujer misteriosa y ambivalente que ha desaparecido de súbito. Conocerá, entonces, la escuela de shaktis, de la que entrará a formar parte como alumna. Las shaktis son mujeres addeptes a las que se considera diosas, vinculadas con elementos de la naturaleza: la tierra, el aire, el agua, el fuego y el éter. Los pobladores de Prakiti también creen en divinidades elementales de lo natural y en que la estrella Culmen es un dios. Todo esto recuerda a la mitología pagana anterior al judaísmo, cristianismo e Islam. Por su parte, algunos solárides, sobre todo los más guerreros, prefieren a deidades como Marte, Júpiter o Saturno. Jyoti continuará su búsqueda con la ayuda de otras dos alumnas, Duna y Lilian, y el joven ahimsa Töllen. Este viaje les llevará primero a Kull, en el norte de Prakiti, un territorio muy frío; más tarde, hacia El Quiebro, en busca de la Reina de Vilos, la diosa addepte con más poder, venerada incluso por las shaktis; en el camino se toparán también con el oráculo de Encélado, extraña criatura a la que se consulta, precisamente, por su capacidad visionaria. Los protagonistas tendrán que enfrentarse a unos antagonistas decididos a acabar con ellos, el visir Mudráh, su lugarteniente Holún y el comandante jefe soláride Dokas.

Más allá del viaje de búsqueda que realiza Jyoti, una muchacha muy especial, como descubriremos, hay un conflicto que cada vez se hace mayor: el que se da entre los solárides y las shaktis. Los primeros pertenecen a una cultura básicamente masculina, guerrera y partidaria de la razón, la ciencia y la tecnología; consideran que sus conocimientos y herramientas deberían extenderse a todo el cúmulo, incluyendo Prakiti, pues así se evitarían desastres naturales como una reciente tormenta solar. Frente a ellos, las shaktis representan una espiritualidad más dada a la fe que a la racionalidad, la técnica o la ciencia; son veneradas por los habitantes de Prakiti como diosas femeninas de gran poder; practican una sexualidad con ritos muy marcados y creen en las energías del universo y en que pueden manejarlas gracias a su vínculo con las deidades que se encuentran detrás de estas energías o fuerzas naturales; remiten a figuras femeninas del hinduismo, las sakti o shakti. Por otra parte, en el cúmulo de las Tres Hermanas están los ahimsas, humanos sin mutaciones, partidarios de la no violencia, que tratan de mediar entre las dos fuerzas opuestas, la femenina y la masculina, la espiritual y la material, la mística y la racional, defendidas respectivamente por mujeres shaktis addeptes y varones solárides.

Hay que leer la novela como si fuese una fábula de lo maravilloso mezclada con ciencia ficción y donde prima la belleza y lo exquisito, aunque no esté exenta de violencia. Se disfrutará mucho así. Tiene elementos narrativos muy clásicos, como el viaje de la heroína en busca de otra persona, su madre en esta ocasión, pero que es también un viaje de autodescubrimiento. El grupo de protagonistas jóvenes puede gustar a lectores de esa edad. Genial, por cierto, la prueba del combate entre las alumnas de la escuela de shaktis y los garkos; el bestiario que encontramos en la novela es breve pero muy sugestivo.

Aunque el mundo ficcional está bien creado y la acción y la trama se desarrollan correctamente, sí que podría venir bien para los lectores un poco más de información sobre todo lo que sucede, pues a veces se necesita un sobreesfuerzo o releer varias veces.

Diosa de tierra y metal desarrolla una narración más breve, “Gran shakti de Kil”, incluida en la antología Antes de Akasa─Puspa (Sportula, 2015; hay otra antología de nombre similar, Akasa─Puspa, de Aguilera y Redal, 2012, publicada en la misma editorial). Ambas antologías reúnen cuentos de diversos autores españoles, ambientados en el universo de Akasa─Puspa, creado por Juan Miguel Aguilera y Javier Redal en las novelas Mundos en el abismo (Ultramar, 1988) e Hijos de la eternidad (Ultramar, 1990), y continuadas por los propios autores en varias secuelas. Akasa─Puspa es un cúmulo globular de la Vía Láctea, y estas novelas mezclan el space opera (aventuras en el espacio) con la ciencia ficción dura. Yo leí las dos primeras en un solo volumen publicado por el sello Equipo Sirius, y me gustaron mucho. Un clásico de la ciencia ficción española y una de las mejores sagas de nuestra narrativa no realista, muy trabajada e imaginativa. La ventaja que tiene un cúmulo de estrellas es que permitiría los viajes estelares entre planetas habitados, aunque supongan largos trayectos temporales, sin necesidad de recurrir a licencias narrativas como los agujeros de gusano, las múltiples dimensiones del espacio─tiempo y demás.

La novela de Marisa Alemany se inscribe, además, en una tradición de escritura de mujeres que abordan la ciencia ficción y la fantasía (o sus híbridos) para presentar los conflictos derivados de unas identidades de género femenina y masculina muy marcadas y opuestas. Así, el Cúmulo de las Tres Hermanas recuerda, en parte, al mundo dividido de La puerta al país de las mujeres (1988) de Sheri Tepper, en el que mujeres y varones viven separados y solo se unen para procrear. O a Los matrimonios entre las Zonas Tres, Cuatro y Cinco (1980), novela de Doris Lessing, perteneciente a la serie Canopus en Argos: Archivos, en el que asimismo existe un durísimo enfrentamiento entre los dos géneros, bastante estereotipados además, que se trata de solucionar mediante matrimonios; es una pena que esta obra de la premio Nobel no se reedite, por su imaginación y su ironía, aparte de su final, que tiene elementos en común con la novela de Alemany.

Resulta inevitable comparar, asimismo, Diosa de tierra y metal con Las nieblas de Avalon (1982) de Marion Zimmer Bradley, ya que ambas autoras inciden en la importancia de las divinidades femeninas, la espiritualidad, la sexualidad y el respeto a la naturaleza, aunque Bradley se basa en mitos artúricos y Alemany en los hinduistas. Y, por último, hay algo en el estilo de la autora valenciana que me recuerda las imágenes brillantes, espléndidas, de las narraciones de fantasía de la británica Tanith Lee. Estoy hablando de tradición y posibles influencias, de modelos y de pertenencia a una red de textos: lo que siempre se ha dado en literatura.

Palabras clave: Marisa Alemany, autoras españolas de ciencia ficción, escritoras españolas de ciencia ficción, ciencia ficción feminista, autoras españolas de fantasía, escritoras españolas de fantasía, Akasa─Puspa, feminismo de la diferencia en literatura, divinidades femeninas, sexualidad.

 

 

1 de febrero de 2024

"TIERRA CONTRAFUTURO" DE LUIS CARLOS BARRAGÁN: LA UTOPÍA DECOLONIAL.

    

         Este texto es una reseña de la novela Tierra contrafuturo de Luis Carlos Barragán e incluye una reflexión sobre las utopías, con referencias a Los desposeídos de Ursula K. Le Guin y la trilogía marciana de Kim Stanley Robinson.

Palabras clave: Ciencia ficción latinoamericana, Ciencia ficción colombiana, Luis Carlos Barragán, Utopía, Distopía, Transhumanismo, Colonialismo, Decolonialidad, Ursula K. Le Guin, Kim Stanley Robinson.

Luis Carlos Barragán Castro

Tierra contrafuturo

Bogotá, Minotauro (Editorial Planeta Colombiana), 2021.

 Luis Carlos Barragán es un escritor colombiano nacido en Bogotá en 1988. Tiene publicada  una novela anterior, El gusano (2018) y el libro de relatos Parásitos perfectos (2021), en la editorial colombiana independiente Vestigio. También pueden encontrarse relatos suyos en diversas antologías colectivas. Tierra contrafuturo  se consigue en España en versión digital.

Aprovecho de nuevo la ocasión para agradecer a Maielis González, escritora e investigadora cubana (ahora residente en España), que me diera a conocer a este autor en sus talleres sobre literatura de ciencia ficción latinoamericana.

 ADVERTENCIA: a partir de ahora, esta reseña contiene spoilers.

Tierra contrafuturo nos presenta el primer contacto entre humanos y extraterrestres alienígenas. Sucede en la selva amazónica, en el departamento del Vaupés, al sureste de Colombia, un territorio habitado en su mayor parte por indígenas. Hasta allá llega un ovni, el cual  trae consigo una bomba de felicidad que provoca una euforia colectiva en las personas que se  acercan a ella, incluidos los militares enviados para inspeccionar la zona. La intensidad de la dicha provocada por la bomba  supera a la de las drogas conocidas, lo que  conlleva unos efectos secundarios inesperados, pues los felices caen en una desidia absoluta, al no necesitar más que esa sensación de plenitud. Samuel (Sami), un joven albino y cuasi vagabundo, que acaba de romper con su novia Mafalda y es, a su vez, objeto de deseo amoroso de la narradora de la historia, contacta con la nave alienígena y decide irse de la Tierra junto a doña María, una mujer con una vida muy precaria y un hijo delincuente que la ha arruinado, hartos los dos de su existencia pasada. Posteriormente, tras un tiempo de recelo entre ambos y otro de vínculo muy estrecho, sus destinos se separarán.

Tiempo después, Sami regresa para fundar una embajada interestelar, de la cual él será embajador. Su objetivo es  aportar a  la Tierra las mejoras tecnológicas y la evolución científica y mental que ha conocido fuera. Pretende, así, lograr un desarrollo nunca visto antes para la humanidad y terminar con el hambre, las enfermedades o la falta de recursos educativos. La población terrícola tiene, además,  la ocasión de formar parte del Directorio, la alianza interplanetaria a la que pertenecen muchos mundos.

Para asombro de Sami, nada va a ser tan fácil como él ha creído, pese a la ayuda alienígena. Los gobernantes autoritarios o incluso supuestamente democráticos (en la novela, Trump va por su cuarto mandato), las macroempresas globales e incluso las mafias de narcotráfico tratarán de impedir ese nuevo futuro, ya que amenaza sus intereses. Un mundo igualitario, justo, educado y pacífico supone el fin de ciertas actividades delictivas del crimen organizado, por ejemplo. Asimismo, las fuerzas religiosas extremistas, tanto cristianas como islámicas, pondrán el grito en el cielo ante los avances que Sami presenta a los humanos. Y no solo gritarán, sino que actuarán en su contra, usando para ello la mentira, la presión, la amenaza y la abierta violencia.

La obra de Barragán, bien escrita, con humor, sátira, una imaginación muy notable y  pinceladas de ciencia ficción pulp, es también y sobre todo especulativa, acerca de cuestiones como el transhumanismo (aparece la posibilidad de cambiar de cuerpo,  tanto a otro  orgánico como a uno mecánico o alien, y retrasar con ello la muerte); el colonialismo y las desigualdades de clase. Los personajes son un tanto esperpénticos, pero muy reconocibles y humanos, con sus buenos deseos y esperanzas, su altruismo y mesianismo (en el caso de Sami), pero también sus mezquindades y envidias, celos y rencores. Muy válida la elección de la narradora, una figura más bien secundaria; se rompe así la centralidad de los protagonistas, del mismo modo que la llegada de los aliens transcurre en lugares de este planeta que casi nunca han protagonizado una historia semejante.

Por tanto, Barragán utiliza la ciencia ficción para lo que este género mejor sirve: para plantear preguntas sobre cuestiones que conciernen más a nuestro presente que al futuro. Así, trata el impacto de la automatización/robotización y  de  las inteligencias artificiales en el mundo laboral, el desempleo masivo, la renta básica universal, el turismo, los mundos virtuales en que los humanos pueden incursionar para inventarse o experimentar otras vidas o la posibilidad de formar parte de una conciencia colectiva y estelar.

Sin embargo, frente a estos posibles avances hay siempre, en la historia que nos cuenta Barragán, tendencias en contra, fuerzas y corrientes conservadoras, contrarrevolucionarias, conspiranoicas, negacionistas o de fanatismo religioso que no dudan, como ya he dicho, en emplear la violencia  para impedir la utopía. También existen los intereses personales, a veces francamente ruines. Por cierto que no se puede considerar Tierra contrafuturo como una novela feminista (a pesar del protagonismo de doña María, cuya evolución es bastante inesperada), pero, si los personajes femeninos actúan de modo perverso, los varones tampoco aparecen como ejemplos de virtud, ni siquiera el protagonista Sami: son antiheroínas y antihéroes.

Se da un vaivén de idas y venidas, de adelantos y de amenazas al progreso, de esperanzas y reticencias, de comunión espiritual enriquecedora entre especies muy distintas contra la que se oponen la ignorancia y la brutalidad, junto a un fanatismo religioso que no tolera perder su hegemonía y es consciente de que los planetas alienígenas están habitados por ateos.

Después de leer Los desposeídos (1974), de Ursula K. Le Guin, y la trilogía marciana de Kim Stanley Robinson (Marte rojo, de 1992; Marte verde, de 1993; y Marte azul, de 1996), las diferencias entre estas novelas y la de Barragán, en lo concerniente a los planteamientos utópicos, son claras y reveladoras. Ello se debe a que resulta muy difícil escribir ciencia ficción superando por completo el vínculo con el tiempo y las circunstancias del autor/a.

Los desposeídos es una utopía libertaria, que presenta dos sistemas políticos, económicos y sociales enfrentados, el capitalista y el comunista. Se trata de una utopía filosófica. El mundo imaginado, Anarres, es muy pobre y prácticamente pretecnológico. Aunque la autora estadounidense inventa e introduce algunos artefactos, da prioridad a lo humano, lo social, las ideas, lo antropológico. Su planteamiento tiene aún validez porque  supone la urdimbre de cualquier utopía: se basa en el pacifismo, la igualdad económica, el feminismo, la necesidad del diálogo, la comunicación y la empatía. Le Guin   expone de manera crítica y plantea alternativas al colonialismo, el racismo, el heterosexismo o el patriarcado. Pero esta gran escritora no llegó a vislumbrar  el desarrollo cibertecnológico veloz y apabullante que vendría después.

La trilogía marciana de Robinson incluye ya lo tecnológico, imprescindible en Marte, con sus  difíciles condiciones de habitabilidad para los humanos. Pero se trata de un espacio en el que es posible construir una utopía, igual que en Anarres, igual que en tantos proyectos de nuestra historia,  cuando se optó por buscar territorios vacíos y lejanos ante las enormes dificultades que supone la formación de esa sociedad mejor en el mundo conocido, superpoblado y con exceso de prejuicios, intereses egoístas, malas voluntades, inercias y posiciones reaccionarias. Esto también ocurre en Tierra contrafuturo, pues, cuando una de las grandes propuestas de Sami fracasa, algunos grupos humanos, fundamentalmente indígenas de América, optan por largarse a otro  planeta donde se les permita empezar sin necesidad de enfrentarse de continuo a las fuerzas y poderes establecidos. Parece, pues, que una utopía global resulta muy difícil, que hay que optar por el exilio en  grupos de tamaño reducido. Después, como muestra Robinson, según aumenta el número de habitantes del mundo nuevo, resurgen los conflictos de siempre y hay que volver a empezar, irse una vez más por otros caminos.

Esta trilogía es una obra magna en  muchos sentidos, empezando por su larguísima extensión. Nos cuenta, con todo lujo de detalles, la terraformación del planeta rojo, no deseada, por cierto,  por todos los colonos que llegan allí, lo cual supondrá uno de los primeros conflictos. Robinson  escribe una auténtica enciclopedia de la colonización de Marte, desde la biología, la geología, la orografía, la meteorología, la botánica, la química, la física o la ingeniería. Asimismo,  en los libros se dedican muchas páginas a la parte política y social. El autor evidencia los conflictos que existirían entre distintas facciones políticas a la hora de construir esa nueva sociedad. Su utopía es pacifista, igualitaria, posfeminista y muy verosímil,  ya que no excluye los enfrentamientos personales, grupales e ideológicos. Aborda los temas de la inmigración desde una Tierra superpoblada y abatida por las consecuencias de la crisis climática; de la multiculturalidad; del avance en la exploración del resto del Sistema solar; y del aumento transhumanista de la longevidad para determinadas personas o clases sociales, con la injusticia que supone, y  con los nuevos problemas que trae, como los desajustes de la memoria.

Ahora bien, en Tierra contrafuturo estamos ante un planteamiento posmoderno, que no se encuentra en Le Guin y apenas en Robinson. En esta novela de 2021, las facciones partidistas se han convertido en macrotendencias de opinión, casi siempre manipuladas. Aunque los grandes poderes económicos y políticos se mantienen y actúan, la gente común participa también en la revolución o en la involución, y lo hace a nivel global, de un modo muy similar al que se da ahora en las redes sociales. Y su capacidad de presión es extraordinaria. De la novela de Barragán salimos con poca esperanza en el ser humano, aunque no cierre todas las puertas por completo.

Tierra contrafuturo refleja el mundo que conocemos, que ya no es el de Le Guin, ni siquiera el de Robinson, tan veloces son los cambios, pese a que haya comportamientos, deseos y pecados humanos que siguen ahí. Por tanto, la utopía imaginada varía con el paso del tiempo y según la época en que se escribe. Tenemos también Newropía (2020), de Sofía Rhei, igualmente posmoderna, donde, con mucho humor y también con bastante lucidez, se nos plantea la posibilidad de un mundo con numerosas utopías a la carta, para que cada cual pueda elegir la que más le interesa y cuyos valores comparte.

En todo caso,  estas utopías demuestran lo que ya evidenció Ursula K. Le Guin: no hay una utopía perfecta y acabada, pues, de serlo, se trataría de un espacio celestial, muerto. La felicidad absoluta nos conduciría, paradójicamente, a morir por desidia e inanición, como bien muestra Barragán. Se puede y debe aspirar a lo mejor y no dejarse llevar, como ha ocurrido durante los últimos años, por la inercia distópica, pero ¿creer en la perfección de una sociedad? ¿Quién determinaría que el proceso está acabado y no necesita ya cambio alguno? Y si alguien, o un grupo de individuos, lo determina así, ¿qué pasaría con los disidentes a su dictamen?

 

7 de septiembre de 2023

"ANSIBLES, PERFILADORES Y OTRAS MÁQUINAS DE INGENIO" DE ANDREA CHAPELA

ANDREA CHAPELA

Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio

Ciudad de México, Almadía, 2020.

213 págs.

Tal como se indica en las primeras páginas, este libro de relatos de Andrea Chapela (Ciudad de México, 1990) fue escrito con el apoyo de la beca “Jóvenes Creadores” de FONCA en 2016─2017. En 2018 ganó el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen.

La autora estudió química en la UNAM y maestría en escritura creativa en la universidad de Iowa (Estados Unidos). 

En las diez narraciones que componen esta obra, de título un poco extraño, pero muy sugestivo, Andrea Chapela especula, como lo hace la buena ciencia ficción, sobre las repercusiones del desarrollo tecnológico en la psicología, la conducta y las relaciones humanas. Consigue mostrarnos posibilidades muy interesantes. Y también peligros que se deben tener en cuenta; hace esto último sin caer en lo tópico o lo distópico. La distopía siempre conlleva una exageración, una hipérbole. Chapela maneja con bastante habilidad algunos planteamientos muy debatidos y algunas amenazas sobre las que ya nos han alertado, como el aislamiento que puede provocar el uso obsesivo de la tecnología o como los graves riesgos de que el interior de nuestra mente quede al descubierto para otras personas o instituciones (gobierno, policía, empresas). Es el modo reflexivo, sereno y profundo de Chapela el que ofrece la diferencia con los gritos estrepitosos y el maniqueísmo tan frecuentes al tratar estas cuestiones. Además, la autora escribe muy bien, sabe dosificar la información y se percibe con claridad que ha trabajado mucho los relatos.

Estamos ante historias transhumanistas que presentan la mejora del cuerpo humano a través de la tecnología, ya sea con implantes o con dispositivos externos. Y si no se da siempre esa mejora, desde luego sí una ampliación de nuestras capacidades. No obstante, el libro sigue siendo muy humanista, pues, como ya he dicho, centra su preocupación en las consecuencias de los avances tecnológicos en las personas. El poshumanismo sería otra cosa, un paso más allá en que los humanos dejáramos de mantenernos como el centro de todas las cuestiones.

─En «99%», narración en primera persona que da inicio a la obra, la protagonista acaba de romper con su pareja, Carlos, quien se ha ido a trabajar a Japón. El dispositivo de ampliación de la realidad que ella usa tiene un fallo que le hace percibir el mundo con cierta distorsión.

¿Hemos previsto que esto va a ocurrir, que, al convertirnos en cíborgs todavía más que ahora, nuestros implantes pueden fallar igual que lo hace una aplicación del móvil? ¿Y qué consecuencias tendrían esos fallos?

─En «Ahora lo sientes», Rivera se dedica a cambiar los recuerdos de las personas que han sido acusadas de un delito. Es el único modo de eludir el escrutinio policial que también se adentra en la mente de los investigados. Logra que una persona llegue a creer que no ha tenido intencionalidad alguna. En este caso, se trata de un joven, Gabriel, al que se le atribuye haber difundido vídeos sexuales de su pareja como forma de humillación virtual. Rivera es contratada por el padre de Gabriel. Sin embargo, esta intromisión en la mente puede tener efectos secundarios no deseados.

─«Calculando, recalculando» es un cuento muy divertido en que se nos muestra un programa que analiza al detalle las probabilidades de éxito en una relación, por ejemplo sentimental.

─«Como quien oye llover» se aleja de lo tecnológico para llevarnos a un tiempo en que, como consecuencia del cambio climático, Ciudad de México ha quedado inundada por un diluvio y se ha convertido de nuevo en un enorme lago. Los habitantes de la urbe han tenido que abandonarla, pero, poco a poco, vuelven a sus orillas y navegan por esa extensión de agua en la que sobresalen los edificios más altos. Dos muchachas jóvenes se dirigen al corazón del lago mientras inician una relación amorosa que quedará truncada cuando una de ellas se marche del país. Se trata de un cuento de una enorme belleza y muy conmovedor.

─De nuevo son dos jóvenes las protagonistas en el siguiente relato, «Perfilada». Viven juntas en un futuro en que se puede compartir el perfil personal, la vida y la memoria, al igual que se hace ahora en las redes sociales, pero de un modo más intenso y amplio. Ocurre, eso sí, que esa conexión e interacción completas empiezan a estar en desuso, pues se han dado casos de robo de perfiles personales y desdoblamientos muy peligrosos. Se trata de una intensificación de situaciones que ya vivimos, desarrolladas en circunstancias muy cotidianas, lo que otorga una mayor verosimilitud y realismo.

─El ansible es un dispositivo inventado por Ursula K. Le Guin en su novela Los desposeídos, de 1974. Serviría para comunicarse instantáneamente a través del espacio sideral, sin demoras temporales. Ha tenido tanto éxito, incluso fuera de la literatura, que, de existir finalmente un artilugio con el mismo fin, debería llamarse con ese nombre. La narración, «El colapso de estados superpuestos», está protagonizada por una exploradora e investigadora espacial que realiza un trabajo de campo muy sistemático, duro y solitario. Mientras viaja, le aplican la criogenización. Periódicamente, se comunica con el planetario Kon, su anclaje y confidente. Pero ambos van descubriendo las dificultades de mantener ese vínculo tan necesario para la estabilidad psíquica de la científica, ya que el tiempo no pasa de la misma manera para los dos: él envejece, mientras que ella se mantiene más joven. Y comprenden que algún día ese transcurrir diferente romperá por completo su conexión. El relato refleja también hasta qué punto la soledad en el espacio puede hacer que zozobre la cordura de cualquiera.

─El cuento siguiente es «El último día de mercado». Se centra en la amistad de dos muchachas: una pertenece a una familia adinerada y la otra es la hija de la cocinera. Ambas escapan de la enorme casa donde habitan, tecnificada por completo y en la que ellas mismas son vigiladas de manera permanente, se supone que por seguridad, a través de implantes. Hay un modo, ilegal, de desconectar por un tiempo esos mecanismos de control. Es lo que pretende Luisa, la joven de clase alta, con la ayuda de Tina, la otra chica, quien conoce el mundo más allá de su vivienda fortificada. Un mundo que a Luisa le parecerá una terrible distopía.

─Lo que se nos plantea «En el pensamiento» es un juego especulativo acerca de uno de los deseos de ciertas personas respecto de sus parejas: conocer incluso lo que piensan. Así, en esta narración, él quiere realizarlo y le parece maravilloso y ella, que ya ha tenido una experiencia previa con una hermana, se niega. Ello supondrá un grave conflicto entre ambos. El hombre tomará la negativa de ella como una falta de confianza y compromiso, en tanto que la mujer recela de los peligros que conllevaría tal intromisión en la intimidad de cada cual.

─Las dos últimas historias se adentran todavía más en lo transhumano: “La persona que busca no está disponible” nos habla de un futuro donde se puede mantener la salud y la longevidad gracias a avances médicos que permiten la sustitución de órganos dañados y retrasan el envejecimiento. La pregunta es si no habría una vejez psicológica que, quizás, dificultara seriamente disfrutar de una vida tan larga. Y para terminar tenemos «En proceso», cuya protagonista (la propia autora convertida en personaje literario, un guiño a los lectores) va a resucitar por segunda vez. ¿Qué supondría esa posibilidad, tener clones que nos permitan volver a la vida si hemos fallecido prematuramente? ¿Cómo afectaría a nuestras relaciones familiares y de pareja?