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28 de octubre de 2008

LAS NOVIAS INMÓVILES, DE PILAR PEDRAZA

Las novias inmóviles (Lumen, 1994)

De todas las obras de Pedraza, creo que una de las más representativas de la autora, y la más arriesgada en lo gótico, es esta novela corta. Ambientada en la misma época que el cuento "Mater Tenebrarum" de Arcano trece (de hecho, la protagonista de este relato, Ángela, también aparece aquí), Las novias inmóviles. narra la vida de Amador, al cual, de niño, el doctor Leonardo Pirkheimer rescata de la muerte y adopta. Pirkheimer, ya desde su apellido y su apariencia, remite a los médicos y científicos locos del cine, la literatura, al doctor Frankenstein, a todos los sabios que pretenden y a veces consiguen crear vida de muertos o de la materia inanimada. Su criatura, Amador, se convertirá en un muchacho estudioso, amable, sensible y delicado; es rubio, de ojos azules y "bello más allá de toda medida", un joven de belleza angélica, con oro bajo la piel. Éste es el punto de partida de una novela de aprendizaje, de formación, que nos cuenta desde la infancia de Amador hasta su juventud, sus amistades y su experiencia con la sexualidad. Como tantos otros personajes de la escritora, Amador no sabe, no conoce el mundo, y al narrar desde su punto de vista, los lectores adquirimos parte de esa inexperiencia frente a la historia contada.

Es cierto que la relación de Amador con Olimpia, la prostituta con quien finalmente conocerá el amor, aunque se trate de un amor muy negro, resulta un elemento muy provocador, pero no creo que sea el fundamental del relato. Pienso que esta historia gótica tiene como tema principal el del monstruo.

Custodio, y otros parecidos a él que vagan por el sótano de la vivienda de Pirkheimer, lo son porque su aspecto físico lo muestra. Pero Amador también, pese a su belleza; y lo sabe: él mismo dice, refiriéndose a Custodio Santángel, su monstruo protector (de nuevo un nombre irónico a la vez que descriptivo): "adivinaba en él una afinidad secreta, quizá porque ambos estaban al otro lado del cristal tras el que se celebraba el festín de la vida". La marginación de ambos, su soledad, su imposibilidad de encontrar amor, se deben a su origen, pero también, sobre todo, al hecho y la conciencia de ser diferentes.

La muerte, de donde no debió salir nunca Amador, le busca y le reclama. El círculo se cierra al final, en el crepúsculo y entre carmándulas.


¿Mi secreto? Te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!
Amado Nervo. La amada inmóvil.

Lola Robles, 2006.

(Podéis encontrar más información sobre la autora en: Sobre Pilar Pedraza)