Diosa de tierra y metal
Málaga,
El Transbordador, 2018.
240
páginas.
El
libro ofrece, al principio, un glosario que facilita el conocimiento de
personajes, razas, animales y lugares. Estamos ante una novela de ciencia
ficción con un fuerte componente de fantasía o lo maravilloso.
La
acción se desarrolla en un cúmulo estelar, el Cúmulo de las Tres Hermanas, en
la Vía Láctea. Tres estrellas, El Fuego Blanco, una gigante azul, y dos de menor
tamaño, marrones, Elucidé y La Otra, están en un extremo del cúmulo; en el
otro, se encuentra Culmen, un sol amarillo. Alrededor de Culmen orbita el
planeta Prakiti, con unas condiciones de vida muy acogedoras. La capital de
Prakiti es Kil. El mundo tiene un satélite, Iris, donde hay minas para su
explotación. En la zona de El Fuego Blanco y las dos estrellas marrones se
encuentra el extraño planeta El Quiebro, con una orografía alucinante (olvidémonos
del problema de los tres cuerpos, aquí no va a perturbar nada). Encélado es un
asteroide errante y Dokas, un planeta terraformado. Este pequeño sistema de
objetos celestes no debe examinarse desde el rigor científico, astronómico. Se
trata, más bien, de un escenario cercano a la fantasía y con una fuerte carga
estética. En ese sentido, recuerda los ámbitos creados por T. P. Mira de
Echeverría en la novela corta Madrugada (Cerbero,
2019), o por Ana Tapia en el poemario de ciencia ficción Las ovejas radiactivas de Kolimá (Cazador de Ratas, 2019).
En
este cúmulo viven tres razas, los ahimsa, provenientes de la Tierra; los
solárides, con el mismo origen, pero que llegaron después y ocupan los planetas
y satélites más inhóspitos, lo que les provoca graves problemas de salud,
además de haber sufrido la radiación durante el viaje estelar; y los addeptes, mutantes
que han conseguido una mayor adaptación al entorno que los solárides.
La
joven Jyoti, proveniente del satélite Iris, llega a Kil, capital de Prakiti, en
busca de noticias sobre su madre, una mujer misteriosa y ambivalente que ha
desaparecido de súbito. Conocerá, entonces, la escuela de shaktis, de la que
entrará a formar parte como alumna. Las shaktis son mujeres addeptes a las que
se considera diosas, vinculadas con elementos de la naturaleza: la tierra, el
aire, el agua, el fuego y el éter. Los pobladores de Prakiti también creen en
divinidades elementales de lo natural y en que la estrella Culmen es un dios.
Todo esto recuerda a la mitología pagana anterior al judaísmo, cristianismo e
Islam. Por su parte, algunos solárides, sobre todo los más guerreros, prefieren
a deidades como Marte, Júpiter o Saturno. Jyoti continuará su búsqueda con la
ayuda de otras dos alumnas, Duna y Lilian, y el joven ahimsa Töllen. Este viaje
les llevará primero a Kull, en el norte de Prakiti, un territorio muy frío; más
tarde, hacia El Quiebro, en busca de la Reina de Vilos, la diosa addepte con más
poder, venerada incluso por las shaktis; en el camino se toparán también con el
oráculo de Encélado, extraña criatura a la que se consulta, precisamente, por
su capacidad visionaria. Los protagonistas tendrán que enfrentarse a unos antagonistas
decididos a acabar con ellos, el visir Mudráh, su lugarteniente Holún y el
comandante jefe soláride Dokas.
Más
allá del viaje de búsqueda que realiza Jyoti, una muchacha muy especial, como
descubriremos, hay un conflicto que cada vez se hace mayor: el que se da entre
los solárides y las shaktis. Los primeros pertenecen a una cultura básicamente masculina,
guerrera y partidaria de la razón, la ciencia y la tecnología; consideran que
sus conocimientos y herramientas deberían extenderse a todo el cúmulo,
incluyendo Prakiti, pues así se evitarían desastres naturales como una reciente
tormenta solar. Frente a ellos, las shaktis representan una espiritualidad más
dada a la fe que a la racionalidad, la técnica o la ciencia; son veneradas por
los habitantes de Prakiti como diosas femeninas de gran poder; practican una
sexualidad con ritos muy marcados y creen en las energías del universo y en que
pueden manejarlas gracias a su vínculo con las deidades que se encuentran detrás
de estas energías o fuerzas naturales; remiten a figuras femeninas del
hinduismo, las sakti o shakti. Por otra parte, en el cúmulo de las Tres
Hermanas están los ahimsas, humanos sin mutaciones, partidarios de la no
violencia, que tratan de mediar entre las dos fuerzas opuestas, la femenina y
la masculina, la espiritual y la material, la mística y la racional, defendidas
respectivamente por mujeres shaktis addeptes y varones solárides.
Hay
que leer la novela como si fuese una fábula de lo maravilloso mezclada con
ciencia ficción y donde prima la belleza y lo exquisito, aunque no esté exenta
de violencia. Se disfrutará mucho así. Tiene elementos narrativos muy clásicos,
como el viaje de la heroína en busca de otra persona, su madre en esta ocasión,
pero que es también un viaje de autodescubrimiento. El grupo de protagonistas
jóvenes puede gustar a lectores de esa edad. Genial, por cierto, la prueba del
combate entre las alumnas de la escuela de shaktis y los garkos; el bestiario que
encontramos en la novela es breve pero muy sugestivo.
Aunque
el mundo ficcional está bien creado y la acción y la trama se desarrollan
correctamente, sí que podría venir bien para los lectores un poco más de
información sobre todo lo que sucede, pues a veces se necesita un sobreesfuerzo
o releer varias veces.
Diosa de tierra y metal
desarrolla una narración más breve, “Gran shakti de Kil”, incluida en la
antología Antes de Akasa─Puspa
(Sportula, 2015; hay otra antología de nombre similar, Akasa─Puspa, de Aguilera y Redal, 2012, publicada en la misma
editorial). Ambas antologías reúnen cuentos de diversos autores españoles,
ambientados en el universo de Akasa─Puspa, creado por Juan Miguel Aguilera y
Javier Redal en las novelas Mundos en el
abismo (Ultramar, 1988) e Hijos de la
eternidad (Ultramar, 1990), y continuadas por los propios autores en varias
secuelas. Akasa─Puspa es un cúmulo globular de la Vía Láctea, y estas novelas
mezclan el space opera (aventuras en
el espacio) con la ciencia ficción dura. Yo leí las dos primeras en un solo
volumen publicado por el sello Equipo Sirius, y me gustaron mucho. Un clásico
de la ciencia ficción española y una de las mejores sagas de nuestra narrativa
no realista, muy trabajada e imaginativa. La ventaja que tiene un cúmulo de
estrellas es que permitiría los viajes estelares entre planetas habitados,
aunque supongan largos trayectos temporales, sin necesidad de recurrir a
licencias narrativas como los agujeros de gusano, las múltiples dimensiones del
espacio─tiempo y demás.
La
novela de Marisa Alemany se inscribe, además, en una tradición de escritura de
mujeres que abordan la ciencia ficción y la fantasía (o sus híbridos) para
presentar los conflictos derivados de unas identidades de género femenina y
masculina muy marcadas y opuestas. Así, el Cúmulo de las Tres Hermanas
recuerda, en parte, al mundo dividido de La
puerta al país de las mujeres (1988) de
Sheri Tepper, en el que mujeres y varones viven separados y solo se unen para
procrear. O a Los matrimonios entre las Zonas Tres, Cuatro y Cinco (1980),
novela de Doris Lessing, perteneciente a la serie Canopus en Argos: Archivos, en el que asimismo existe un durísimo enfrentamiento
entre los dos géneros, bastante estereotipados además, que se trata de
solucionar mediante matrimonios; es una pena que esta obra de la premio Nobel no
se reedite, por su imaginación y su ironía, aparte de su final, que tiene
elementos en común con la novela de Alemany.
Resulta
inevitable comparar, asimismo, Diosa de
tierra y metal con Las nieblas de
Avalon (1982) de Marion Zimmer Bradley, ya que ambas autoras inciden en la
importancia de las divinidades femeninas, la espiritualidad, la sexualidad y el
respeto a la naturaleza, aunque Bradley se basa en mitos artúricos y Alemany en
los hinduistas. Y, por último, hay algo en el estilo de la autora valenciana
que me recuerda las imágenes brillantes, espléndidas, de las narraciones de
fantasía de la británica Tanith Lee. Estoy hablando de tradición y posibles
influencias, de modelos y de pertenencia a una red de textos: lo que siempre se
ha dado en literatura.
Palabras
clave: Marisa Alemany, autoras españolas de ciencia ficción, escritoras
españolas de ciencia ficción, ciencia ficción feminista, autoras españolas de
fantasía, escritoras españolas de fantasía, Akasa─Puspa, feminismo de la
diferencia en literatura, divinidades femeninas, sexualidad.