Seguidores

Podéis leer buenas narraciones en la Biblioteca de Relatos.

2 de septiembre de 2021

"FRÁGILES", DE REMEDIOS ZAFRA

 Remedios Zafra

Frágiles: cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura

Barcelona, Anagrama, 2021. 288 p.

 

Termino de leer este libro de Remedios Zafra. De inmediato, me ha hecho recordar otro, con el cual la propia autora lo relaciona: El entusiasmo: precariedad y trabajo creativo en la era digital, de 2017, publicado por la misma editorial Anagrama. El entusiasmo hablaba sobre los modelos actuales de trabajo, en especial los creativos, lo cual puede aplicarse, supongo, tanto a un escritor como a una diseñadora de interiores o publicista. Sin embargo, al leer el libro pensé en la administradora de fincas del edificio donde vivía entonces, una mujer joven, muy eficiente, entregada con pasión a su trabajo, es decir, entusiasta del mismo. Le dedicaba horas y horas, siempre se mostraba dispuesta a hablar con la Junta Directiva de la que yo formaba parte, a ocuparse de las tareas que le encomendábamos, a explicarnos todo lo que necesitáramos saber… Yo leía el libro de Zafra y pensaba en ella, con tantos ánimos y vocación, por mucho que pueda extrañar, ya que ese trabajo no suele ser considerado de los más creativos. No le duró mucho aquello, eso sí: al cabo de meses abandonó la oficina y el equipo donde trabajaba, sobrepasada por las exigencias laborales que se le imponían y decidida a intentarlo por su cuenta.

De situaciones semejantes hablaba El entusiasmo. Y el mismo tema vuelve a aparecer en Frágiles: una gran mayoría de los trabajos actuales, muchos de ellos desempeñados por jóvenes que están en el comienzo de su vida laboral, son precarios y provisionales. Se cobra poco, no se sabe cuándo te pueden despedir o vas a tener que irte, sobrepasado por la exigencia exterior y la autoexigencia, por la obligada hiperproductividad, por el número de horas que hay que dedicarle, que continúan en tu casa. Y todo esto no solo le sucede a los autónomos, sino también, por ejemplo, a los profesores universitarios e investigadores, que incluso con currículos espléndidos se mantienen como becarios y en otras situaciones de provisionalidad curso tras curso.


Algo que me ha gustado mucho de Frágiles, que asimismo estaba en el libro anterior, es el tono. Se trata de un formato epistolar, siempre más cercano a lo íntimo. Pero, dado que en realidad estamos ante pequeños artículos de reflexión, merece la pena destacar ese tono, mezcla de lo público y lo privado, lo laboral y lo doméstico, lo externo e interno, lo racional y lo emocional, en ocasiones cierta suave ternura.

Son muchos los temas que aparecen en el libro, así que voy a enumerarlos. Además del trabajo, está, por supuesto, la relación de este y de nosotros los humanos con la cibernética, el tema en que Zafra es especialista. La tecnología no aparece ni demonizada ni santificada, no es distópica ni utópica. Tiene, como casi todo, sus ventajas e inconvenientes, tanto magníficas posibilidades como peligros. La autora reflexiona, sondea, analiza, propone, pregunta. En estos tiempos de frases lapidarias y posiciones inamovibles, da gusto leer a alguien que piensa y duda. Me interesaría mucho conocerlo que piensa Zafra sobre las redes sociales. Espero encontrarlo escrito en algún otro lugar.

Autoexigencia y presión exterior, trabajos que invaden el hogar o llegan a instalarse en él, sobre todo con la pandemia del COVID-19, cuartos conectados por Internet pero sin posibilidad de un vínculo solidario en defensa de derechos laborales. Soledad, aislamiento y, a la vez, nuevas formas de comunicación global.

¿Y qué pasa con el trabajo gratuito, que muchas veces nos demandan, a las y los escritores, por ejemplo? Prólogos, charlas, conferencias, mesas redondas, artículos, cuentos, que nos servirán, se nos dice, para ganar visibilidad, prestigio, para entablar lazos, conocer gente, hacernos un hueco. Y esto no falta a la verdad, pero ¿hasta cuándo, hasta dónde, en qué momento hay que aprender a decir no? En ese sentido, la asunción del trabajo gratuito, de las solicitudes solidarias a las que nos cuesta negarnos aunque vaya en detrimento incluso de nuestra salud, recuerda mucho, tal y como plantea Zafra, al trabajo realizado por las mujeres durante siglos, el doméstico y de los cuidados.

El libro no resulta nada abstruso en sus disquisiciones, algo que se agradece. Puede ser una lectura bastante rápida, lo que tampoco se puede desdeñar, en estos tiempos vertiginosos, no solo de hiperproductividad sino de hiperconsumo, también literario y audiovisual. Consumir series, quitar un volumen más de la lista de obras pendientes, física o digital. No extraña que todo ello nos provoque ansiedad, que esta nos lleve a tomar ansiolíticos, que esa toma nos haga sentir enfermas y sobrepasadas, tristes y frágiles. Frágiles. La parte que dedica Zafra a la discapacidad (su discapacidad, la mía, la de muchas/os otras) me ha tocado especialmente. No es nada fácil hablar de ello. La autoexigencia pide también que, pese a todo, sigamos adelante. No se trata tanto de disimular o de ocultar, sino de una demasiado necesaria superación. Pero intentamos vencer algo de lo que mucha gente ni siquiera se percata y comprende. La discapacidad es en ocasiones invisible, causa angustia. Se exige sea tenida en cuenta por las instituciones públicas y los gobiernos, pero, después, no pensamos en ella al ir por la calle o en el transporte público, al pedirle a alguien que nos haga un trabajo, gratis por supuesto y deprisa. Y, sin embargo, la tecnología, la cibernética, supone un recurso imprescindible para las personas discapacitadas. Gracias a un ordenador, un móvil, una Tablet, un escáner, un audiolibro, un lector de pantalla, un sintetizador de texto a voz, yo puedo escuchar/leer, por ejemplo.

Hay intentos, esbozos de esperanza, al final del libro. Se apela a la solidaridad, el cuidado (autocuidado también, desde luego) y el apoyo mutuo. Intento seguir creyendo en ella esa esperanza, igual que la autora.