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17 de noviembre de 2019

Sobre el Principio de Mujerabilidad Suficiente. Transexualidad y feminismo.


A partir de Leibniz y su Principio de Razón Suficiente (PRS), Luis Montero nos plantea el Principio de Humanidad Suficiente (PHS), en su libro de ensayo Dejad que las máquinas vengan a mí (Enclave de Libros, 2019).

En él, nos habla de qué nos hace humanos, en comparación con los animales y, sobre todo, con las máquinas. Máquinas, robots, androides, inteligencias artificiales, ciborgs, que cada vez se parecen más a nosotrxs (los humanos), por fuera o por dentro, Máquinas que, como en Blade Runner, quieren seguir viviendo. Androides y replicantes que, tantas veces en la ciencia ficción, desean  y exigen ser considerados tan humanos como nosotrxs.

Cuando lo leí, de inmediato pensé, sin embargo, en la transexualidad, el no binarismo, las identidades de género no normativas. Y su relación con el feminismo. Y la negación, por un sector de este, de que las mujeres trans sean mujeres, los hombres trans, hombres. Lo niegan. Excluyen. Son terfs, pero se ofenden ante lo que consideran un insulto. Dicen, por ejemplo, de un hombre trans: “un hombre trans es una mujer se ponga como se ponga”. Hablan de que “sentirse mujer” o “sentirse hombre” no te hace serlo.

Pero en la obra de Luis Montero he leído reflexiones como estas:

“El humano siempre se considerará humano a sí mismo. No puede no considerarse humano. Tanto los carceleros como los presos se consideran humanos a sí mismos, aunque duden de la humanidad del otro”.  

“Lo humano se componía de atributos tanto intelectuales –la inteligencia, la racionalidad,…– como físicos– la habilidad manual, la precisión,…– y todos ellos ahora son   dominio de la máquina”.

“El humano ya no lo es porque piensa. ¿Cómo iba a serlo cuando el pensar racional ya no es dominio exclusivo suyo? El único patrimonio excluyente del humano, base y sostén del PHS, son sus sentimientos y las creencias que se fundamentan en ellos. Tanto que hoy el humano ya no lo es porque piensa, sino porque se siente humano. Porque se siente, se cree –se sabe– humano. El humano se justifica como tal solo porque puede sentirse tal.
“Sin embargo, y valga esto como respuesta, sentirse humano no demuestra nada. No responde a la pregunta ontológica. No puede responderla”.

“Eso que se siente humano lo es y no puede ser negado como humano. Cualquier cosa, cualquier entidad que se sintiera humano sería humano. Y, lo que es lo mismo, no podría ser negado como humano. O, en otras palabras,
el día que una corporación, apoyándose en algún híbrido ERP (Enterprise Resource Planning) e ia (Inteligencia artificial), se declare humana a sí misma –y no solo una entidad legal equivalente al humano como ya sucede– no vamos a tener argumentos para rechazar su declaración de humanidad. Otra cosa es que le interese”.

“¿Qué derecho tiene el humano a no declarar humano aquella entidad que no entiende como humana, pero sí se entiende a sí misma como humana?”

“Según el PHS la distinción humano/no humano
no la establece el otro sino también y sobre todo uno mismo. Yo soy quien me otorgo humanidad a mí mismo. Quien me la otorga y la atestigua. Si el atributo diferenciador del humano es el pensar cartesiano, por ejemplo, el PHS designa que yo soy quien me declara humano a mí mismo por el mero hecho de pensarme pensando, como describía Descartes”.

“Podemos calificar nuestros comportamientos como más o menos humanos, pero nunca a nosotros como no-humanos”.

“Todos los humanos damos por supuesto que somos humanos”.

“Ese desplazamiento ontológico tiene, además, una posible derivada supremacista. Si hay algo que nos hace humanos según el PHS, no es difícil concluir que algunos humanos poseen mayores cantidades de ese algo en mejores calidades. Que son más humanos. Y, por tanto, merecen un trato mejor”.

Así pues, y ahora hablo yo, Lola, ni siquiera podemos afirmar, con pruebas absolutas, por qué somos humanos y una IA no lo es. Pero algunas personas, incluso activistas, se atreven a asegurar, tranquilamente, que una mujer trans no lo es. Que un hombre trans no lo es. Que solo ellas, ellos, en virtud de la biología, la naturaleza, lo son, mujeres y varones. Defienden su territorio biológico, activista, de “invasorxs”. Como algunas feministas lo defendieron, hace años, de la presencia y visibilidad de las lesbianas. Se es lesbiana porque se dice, se sabe, se siente. No hay pruebas para mostrarlo, ni siquiera el tener o no tener relaciones lésbicas serían pruebas suficientes. Pero hay activistas que aceptarían antes, parece, la humanidad de una máquina que la mujeribilidad o virilidad de las personas trans, la condición híbrida, fluida, neutra o voluntaria de las identidades queers. Como si no tuviéramos ya suficiente con ciertos partidos y con la deriva reaccionaria de nuestra sociedad. Que, a veces, impregna y contagia a todo. Pero de esos partidos me espero ese tipo de infamias. De activistas feministas, no.

Montero se pregunta por el Principio de Humanidad Suficiente.

Yo me pregunto por el Principio de Mujerabilidad, de Virilidad Suficiente. Sustituid “humano” por “mujer” u “hombre” y leed de nuevo las anteriores frases, por favor.

De eso hablaremos este miércoles 20 de noviembre en la primera mesa redonda en Enclave de Libros, a partir del libro de Paul Preciado Un apartamento en Urano.