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28 de octubre de 2008

LAS JOYAS DE LA SERPIENTE, DE PILAR PEDRAZA

Las joyas de la serpiente (1984)

Es la primera novela publicada por Pedraza; ese mismo año recibe el Premio Ciudad de Valencia y el Premio de la Crítica. Después ha sido reeditada por la editorial Tusquets, en 1988.

La historia está ambientada en España, en el siglo XVII, en una ciudad castellana que no se concreta. En casi todas las obras de Pedraza sucederá esto, que la datación histórica y ubicación espacial son imprecisas, ya que, como la propia autora explica en una entrevista se trata de "fantasías de ambiente" y no de novelas históricas, lo cual no excluye desde luego un trabajo nunca fácil de documentación.

El protagonista y narrador, Bartolomé Perazas, llega para estudiar en la universidad. Ha dejado atrás, en su pueblo, a un padre que se entrega a oscuras, "dudosas prácticas", con el que no se entiende. Es joven, bondadoso, e ingenuo (un rasgo, veremos, que se da en otros protagonistas creados por la escritora), así que su estancia en la ciudad será un recorrido de aprendizaje: como toda la novela, su vida, e incluso su muerte.

En la universidad conoce a don Luis de Valdaure, un joven noble que le toma a su servicio. Ello le permite entrar en contacto con la familia de don Luis, en la cual, como suele ocurrir, hay de todo: por ejemplo Gaspar de Valdaure, intelectual que explora en esas otras dimensiones desconocidas más allá de la racional, y es tenido por extravagante y loco; Blanca de Valdaure, mujer que a un tiempo atrae y repele, y que muestra una sexualidad sin autocensura. Asimismo conocerá a Adrián, personaje misterioso, "de una belleza exquisita y un tanto maligna", que habita espacios interiores con muchos elementos de fantasía oriental, andrógino (luego le hallaremos convertido en mujer), y fundamental para el desarrollo de la historia, por sus capacidades de actuación más demoníacas que otra cosa.

Tras una sucesión de trágicas muertes, Bartolomé regresa a su pueblo natal, donde se reencuentra con su padre. La trama tiene ahora bastante de folletín, con personajes que aparecen y desaparecen, se disfrazan y camuflan, narran historias encajadas en la principal, llevándonos hacia un pasado que hay que reconstruir; y con misterios que sólo se resolverán al final. El protagonista entabla noviazgo con una joven del pueblo, Engracia, pero sigue enamorado de Adrián, ahora reaparecido como Adriana, y a la vez mantiene relaciones sexuales con Blanca de Valdaure. Blanca se convertirá en ayudante y discípula del padre de Bartolomé, que continúa con sus investigaciones secretas.

Bartolomé se aburre: la monotonía de la cotidianeidad mediocre, su trabajo de escribano, se convierten en un "pantano de hastío", y empieza a echar de menos el pasado, y a desear un cambio en su vida, aunque sea funesto; sospecha que "algo malo y grande", "un peligro y un esplendor que haría de mi vida algo nuevamente merecedor de vivirse" está próximo, y no se equivoca. Una joya, una gargantilla de corales (motivo curiosamente basado en la copla española, "No te mires en el río") se convierte en un elemento que engarza y desencadena hechos de la historia narrada.

La parte final de la novela está protagonizada por la muerte, que busca o encuentra de nuevo a los personajes principales. Engracia, la pacífica novia del protagonista, se transforma en vampiro, lo que permite a la autora explayarse en la descripción de sus apariciones nocturnas y la corrupción de su cadáver, al cual posteriormente hay que clavar la estaca en el corazón, despedazar y quemar.

Bartolomé por su parte va a convertirse en un rechazado por la Muerte, extraña situación que también aparecerá en otras obras de la escritora, y ello tras su peregrinación por los distintos reinos del más allá: el propio cadáver, la tumba, el cielo (cuya descripción fría y mineral con un Dios agobiado por la angustia es muy interesante); los infiernos: Satania, Lilithia, el país de Belial, Luciferia. Esta parte es la más extraña y difícil de interpretar, una suerte de alegoría donde se engarzan tal vez fantasías y símbolos personales de la autora, junto con otros literarios o esotéricos (alguien más versado que yo en este último tema podría aportar una visión más completa.)

Lola Robles, 2006.

(Podéis encontrar más información sobre la autora en: Sobre Pilar Pedraza)