LAS PRIMERAS LECTURAS: MIGUEL STROGOFF (1)
En mi barrio, a mediados de los años
setenta del siglo pasado, no había biblioteca, pero empezó a venir un bibliobús
una tarde a la semana. Al salir del colegio, una amiga y yo íbamos corriendo y
subíamos de un salto. Inspeccionábamos los estantes de novelas juveniles y nos
llevábamos dos volúmenes cada una. Después de leerlos, los intercambiábamos. En
cierta ocasión, encontré un libro de Julio Verne que tenía muchas ganas de leer
y grité con entusiasmo: «¡César Cascabel!».
La bibliotecaria me regañó por alzar tanto la voz.
Lo cierto es que tomé prestadas bastantes
novelas de Verne, entre ellas Miguel
Strogoff, en una edición de pequeño tamaño. Ocurrió que le faltaba la parte
final, de modo que no pude saber el destino del correo del zar, a quien dejé,
ciego, atravesando Siberia con la ayuda de Nadia. No me atreví a decirle nada a
la bibliotecaria porque yo era muy tímida. Tardé algunos años en comprar la
obra completa. Cuando, en 1978, supe por la revista Teleprograma que iban a emitir una serie basada en la novela de
Verne, me ilusioné y emocioné muchísimo. Creo que pocas personas se acuerdan de
aquella serie, cuyo original es de 1975. A mí, el recuerdo de su «tema de Nadia» final me acompañó
durante años, hasta que pude reencontrarlo.