Carolina
Martínez Vázquez
LES
Editorial, 2022
109
págs.
Andaba
yo buscando obras de ciencia ficción que tuvieran como uno de sus temas principales
una sociedad, futura o alternativa al presente y pasado históricos conocidos,
integrada solo por mujeres, y me he encontrado con esta novela corta de
Carolina Martínez, publicada por LES editorial, un sello independiente que está
ofreciendo libros muy interesantes de temática LGTB.
Humanas nos presenta un futuro donde los
varones con cromosomas XY han desaparecido en su totalidad de manera
inexplicable. Se han extinguido en un proceso bastante rápido y masivo, que
afectó a todas las edades, incluso a los neonatos. Por tanto, el mundo está
poblado solo por mujeres, aunque parece que hay grupos residuales de hombres
trans. También hay androides masculinos, con diversas finalidades en la
sociedad, por ejemplo el trabajo doméstico o la función sexual.
La
nueva situación se presenta, en principio, como utópica. No hay guerras; su desaparición
coincide con la ausencia de los hombres. Ellas, las mujeres, se organizan a la
perfección en todos los campos de la vida.
La
acción transcurre en Europa. Las protagonistas son una pareja, Seiya e Inken, cuya
relación atraviesa un momento difícil. La primera tiene dos madres y una
hermana. De Inken sabremos que solo cuenta con una madre; el motivo de ello
forma parte de los misterios de la trama. Las relaciones de parentesco, sexuales
y reproductivas no necesitan tampoco de los varones. La posibilidad de la
reproducción se ha logrado gracias a los avances científicos:
“[…] nuevas niñas vinieron al mundo y crecieron, pero con el
tiempo el material genético disponible en los bancos de fertilidad se agotó. La
Humanidad se precipitaba hacia la definitiva extinción hasta que la doctora
Boysen halló una nueva técnica de ingeniería genética, con la que se lograron
gestaciones efectivas con el único aporte de material cromosómico XX”.
Sin
embargo, en este mundo sereno y feliz aparece, de pronto, un joven, una especie
de Adán que deambula por las calles y es confundido con un androide. Lo
detienen y encierran para ser estudiado. Pronto descubrirán que es de carne y
hueso, y que no sabe su nombre ni tiene memoria alguna de su pasado. Inken, una
de las encargadas de investigar sobre él, lo llamará John.
La
presencia de John sorprende y perturba a toda esa sociedad femenina. Se
preguntan de dónde ha salido, si es fruto de algún experimento genético, que ya
se han intentado antes para recuperar a los varones XY, sin éxito. Dos grupos
de mujeres con influencia, las precursoras y las cismáticas, se enfrentan a
causa de John. Las precursoras piensan que John supone una grave amenaza para
su paz. Este grupo es de tipo religioso en sus creencias y organización. Por su
parte, las cismáticas están mucho más abiertas a un posible retorno de los
varones.
La
autora desarrolla muy bien los problemas personales de las dos protagonistas en
su relación de pareja y en sus vínculos familiares. Inken se ha encariñado con John
y quiere protegerlo de los peligros que puedan acecharlo. Ella tiene el lastre
de un pasado doloroso, con una madre, también investigadora científica, muy despegada
en lo afectivo. Pero la propia hija repite los esquemas maternos y dedica
muchas horas a su trabajo, lo que se convierte en un motivo de conflicto con
Seiya, cuyo deseo es que pasen más tiempo juntas y tener descendencia. Seiya, a
su vez, está envuelta en sus propios problemas familiares, sobre todo con su
hermana Mei.
El
estilo es cuidado, limpio y preciso. Se nota el trabajo de escritura y
corrección. Carolina Martínez utiliza muy bien la elipsis narrativa, tan necesaria
en las novelas cortas. Deja bastante a la interpretación del público lector, al
esbozar tan solo muchos elementos del mundo ficcional, aunque, en ocasiones, esto
puede dar lugar a alguna confusión y oscuridad. Ocurre, por ejemplo, con la
presencia de los “varones residuales”, que no se sabe si son machos genéticos o
varones trans. También llama la atención que existan androides con fines
eróticos, se supone que para relaciones de tipo heterosexual. Está claro que en
una novelette no se puede construir
un mundo con todo tipo de detalles, ni falta que hace, pero esos puntos que
señalo parecen, más bien, flecos o hilos sueltos.
El
libro me ha suscitado muchas reflexiones en el campo que yo más trabajo, el
sociológico y feminista. ¿Ha desaparecido el género en esta sociedad futura? Dejo
ahí la pregunta. Se plantea, desde luego, la cuestión de si la violencia se da
más en los varones XY por causas biológicas y, en consecuencia, si una sociedad
exclusivamente de mujeres sería más pacífica y funcionaría mejor, lo cual
supondría que la presencia de los varones XY sería siempre un elemento
perjudicial. Y ¿qué hacer entonces? Pero la novela nos lleva a plantearnos si,
a pesar de todo, no podría haber una realidad nueva en que convivieran mujeres
y varones de un modo más igualitario, justo y no violento que en el pasado. El
miedo de las mujeres a perder los derechos conquistados, a los cambios y la
otredad, son otros motivos de esta historia, que explican muy bien, por cierto,
los problemas que se están dando dentro del feminismo, en su enfrentamiento
interno a causa de la ley trans.
El
topos de la sociedad exclusiva de
mujeres es antiguo. Lo esbozó Christine de Pisan en La ciudad de las damas (1405). Centraron en él sus obras Charlotte
Perkins Gilman en Herland (1915),
James Tiptree Jr.-Alice B. Sheldon en Houston,
Houston, ¿me recibe? (1976) y
Vicente Blasco Ibáñez en El paraíso de
las mujeres (1922). Aprovecho la coincidencia de que hayan transcurrido
cien años exactos entre esta última novela, El
paraíso de las mujeres, y Humanas,
para señalar que este topos puede ser
actualizado, tal como ha hecho Martínez. La autora, además, consigue evitar ese
acartonamiento que afecta a las narraciones más antiguas sobre el tema, cuyos
personajes resultan muy esquemáticos y poco vivos y creíbles. En esta novela
corta que reseño, las mujeres no siempre son bondadosas, hay en ellas zonas
oscuras, y la pretendida desaparición de la violencia de la que he hablado y
que nos situaría en una utopía, demuestra ser infundada o falaz. Estas mujeres
también pueden ser duras, brutales y fanáticas, y usar cualquier método para,
supuestamente, protegerse. Me gusta que Martínez haya optado por una sociedad
imperfecta, mucho más realista que la utopía acabada.
Lamentaría
mucho que Humanas fuese solo leída
por mujeres, lesbianas o no. Creo que merece un público más amplio. Sin duda, Les
editorial, aunque se dirija a un grupo de lectoras determinado, también aspira
a la universalidad de las obras que publica. Estamos ante una novela bien
escrita, con personajes muy bien dibujados, buen pulso narrativo y profundidad.