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15 de noviembre de 2022

"HUMANAS", DE CAROLINA MARTÍNEZ VÁZQUEZ

 Humanas

Carolina Martínez Vázquez

LES Editorial, 2022

109 págs.

 

Andaba yo buscando obras de ciencia ficción que tuvieran como uno de sus temas principales una sociedad, futura o alternativa al presente y pasado históricos conocidos, integrada solo por mujeres, y me he encontrado con esta novela corta de Carolina Martínez, publicada por LES editorial, un sello independiente que está ofreciendo libros muy interesantes de temática LGTB.

Humanas nos presenta un futuro donde los varones con cromosomas XY han desaparecido en su totalidad de manera inexplicable. Se han extinguido en un proceso bastante rápido y masivo, que afectó a todas las edades, incluso a los neonatos. Por tanto, el mundo está poblado solo por mujeres, aunque parece que hay grupos residuales de hombres trans. También hay androides masculinos, con diversas finalidades en la sociedad, por ejemplo el trabajo doméstico o la función sexual.

La nueva situación se presenta, en principio, como utópica. No hay guerras; su desaparición coincide con la ausencia de los hombres. Ellas, las mujeres, se organizan a la perfección en todos los campos de la vida.

La acción transcurre en Europa. Las protagonistas son una pareja, Seiya e Inken, cuya relación atraviesa un momento difícil. La primera tiene dos madres y una hermana. De Inken sabremos que solo cuenta con una madre; el motivo de ello forma parte de los misterios de la trama. Las relaciones de parentesco, sexuales y reproductivas no necesitan tampoco de los varones. La posibilidad de la reproducción se ha logrado gracias a los avances científicos:

“[…] nuevas niñas vinieron al mundo y crecieron, pero con el tiempo el material genético disponible en los bancos de fertilidad se agotó. La Humanidad se precipitaba hacia la definitiva extinción hasta que la doctora Boysen halló una nueva técnica de ingeniería genética, con la que se lograron gestaciones efectivas con el único aporte de material cromosómico XX”.

Sin embargo, en este mundo sereno y feliz aparece, de pronto, un joven, una especie de Adán que deambula por las calles y es confundido con un androide. Lo detienen y encierran para ser estudiado. Pronto descubrirán que es de carne y hueso, y que no sabe su nombre ni tiene memoria alguna de su pasado. Inken, una de las encargadas de investigar sobre él, lo llamará John.

La presencia de John sorprende y perturba a toda esa sociedad femenina. Se preguntan de dónde ha salido, si es fruto de algún experimento genético, que ya se han intentado antes para recuperar a los varones XY, sin éxito. Dos grupos de mujeres con influencia, las precursoras y las cismáticas, se enfrentan a causa de John. Las precursoras piensan que John supone una grave amenaza para su paz. Este grupo es de tipo religioso en sus creencias y organización. Por su parte, las cismáticas están mucho más abiertas a un posible retorno de los varones.

La autora desarrolla muy bien los problemas personales de las dos protagonistas en su relación de pareja y en sus vínculos familiares. Inken se ha encariñado con John y quiere protegerlo de los peligros que puedan acecharlo. Ella tiene el lastre de un pasado doloroso, con una madre, también investigadora científica, muy despegada en lo afectivo. Pero la propia hija repite los esquemas maternos y dedica muchas horas a su trabajo, lo que se convierte en un motivo de conflicto con Seiya, cuyo deseo es que pasen más tiempo juntas y tener descendencia. Seiya, a su vez, está envuelta en sus propios problemas familiares, sobre todo con su hermana Mei.

El estilo es cuidado, limpio y preciso. Se nota el trabajo de escritura y corrección. Carolina Martínez utiliza muy bien la elipsis narrativa, tan necesaria en las novelas cortas. Deja bastante a la interpretación del público lector, al esbozar tan solo muchos elementos del mundo ficcional, aunque, en ocasiones, esto puede dar lugar a alguna confusión y oscuridad. Ocurre, por ejemplo, con la presencia de los “varones residuales”, que no se sabe si son machos genéticos o varones trans. También llama la atención que existan androides con fines eróticos, se supone que para relaciones de tipo heterosexual. Está claro que en una novelette no se puede construir un mundo con todo tipo de detalles, ni falta que hace, pero esos puntos que señalo parecen, más bien, flecos o hilos sueltos.

El libro me ha suscitado muchas reflexiones en el campo que yo más trabajo, el sociológico y feminista. ¿Ha desaparecido el género en esta sociedad futura? Dejo ahí la pregunta. Se plantea, desde luego, la cuestión de si la violencia se da más en los varones XY por causas biológicas y, en consecuencia, si una sociedad exclusivamente de mujeres sería más pacífica y funcionaría mejor, lo cual supondría que la presencia de los varones XY sería siempre un elemento perjudicial. Y ¿qué hacer entonces? Pero la novela nos lleva a plantearnos si, a pesar de todo, no podría haber una realidad nueva en que convivieran mujeres y varones de un modo más igualitario, justo y no violento que en el pasado. El miedo de las mujeres a perder los derechos conquistados, a los cambios y la otredad, son otros motivos de esta historia, que explican muy bien, por cierto, los problemas que se están dando dentro del feminismo, en su enfrentamiento interno a causa de la ley trans.

El topos de la sociedad exclusiva de mujeres es antiguo. Lo esbozó Christine de Pisan en La ciudad de las damas (1405). Centraron en él sus obras Charlotte Perkins Gilman en Herland (1915), James Tiptree Jr.-Alice B. Sheldon en Houston, Houston, ¿me recibe? (1976) y Vicente Blasco Ibáñez en El paraíso de las mujeres (1922). Aprovecho la coincidencia de que hayan transcurrido cien años exactos entre esta última novela, El paraíso de las mujeres, y Humanas, para señalar que este topos puede ser actualizado, tal como ha hecho Martínez. La autora, además, consigue evitar ese acartonamiento que afecta a las narraciones más antiguas sobre el tema, cuyos personajes resultan muy esquemáticos y poco vivos y creíbles. En esta novela corta que reseño, las mujeres no siempre son bondadosas, hay en ellas zonas oscuras, y la pretendida desaparición de la violencia de la que he hablado y que nos situaría en una utopía, demuestra ser infundada o falaz. Estas mujeres también pueden ser duras, brutales y fanáticas, y usar cualquier método para, supuestamente, protegerse. Me gusta que Martínez haya optado por una sociedad imperfecta, mucho más realista que la utopía acabada.

Lamentaría mucho que Humanas fuese solo leída por mujeres, lesbianas o no. Creo que merece un público más amplio. Sin duda, Les editorial, aunque se dirija a un grupo de lectoras determinado, también aspira a la universalidad de las obras que publica. Estamos ante una novela bien escrita, con personajes muy bien dibujados, buen pulso narrativo y profundidad.