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Podéis leer buenas narraciones en la Biblioteca de Relatos.

15 de diciembre de 2020

"ALDITH", DE CONCHI REGUEIRO.

 Aldith

Mª Concepción Regueiro Digón (Conchi Regueiro)

Cádiz, Cerbero, 2020

 

Termino de leer Aldith, novelette de Mª Concepción Regueiro Digón (Conchi Regueiro), recién publicada, en el final de 2020, por  la editorial gaditana Cerbero. Aldith es la tercera entrega de una serie de historias situadas en un mismo universo ficcional, la primera de ellas Los espíritus del humo (Cerbero, 2017) y continuó con La refulgencia (Cerbero, 2019). Se trata de narraciones independientes, en el sentido de que pueden leerse sin necesidad de conocer las anteriores, aunque si se sigue el orden queda todo más claro. Los personajes no son los mismos, pero hay un marco espaciotemporal común. También  existe un relato situado en este universo, “Isla Faraday”, que apareció en la revista SuperSonic nº 7 (abril 2017).

Antes de hablar de Aldith, voy a presentar este universo creado por Mª Concepción Regueiro. Se trata de un ámbito espaciotemporal no realista, aunque recuerda a nuestro mundo allá en los inicios de la industrialización en Europa. Lo que pasa es que hay algunas características singulares que diferencian esa realidad de la nuestra. Existe la magia, por ejemplo. La de los conjuros, hechizos y sucesos sobrenaturales. Con sus taumaturgos y nigromantes. Mediante ella, sobre todo en el mundo rural, la sociedad se las va apañando para subsistir. Ponen en manos de los taumaturgos el buen desarrollo de la agricultura, de la ganadería, del clima o de la salud. Lo que ocurre es que ese mundo que cree y se sirve de la magia está en su decadencia. Se acerca el tiempo de las máquinas, la tecnología, la ciencia, las luces y sombras  del progreso, que se van asentando, sobre todo, en núcleos urbanos. Es un período de confluencia de dos paradigmas muy diferentes, una brecha que se alarga y ahonda,  una falla donde colisionan dos  placas tectónicas para dar lugar a un terremoto. Ahí es donde Regueiro nos hace inmersionar en estas novelas breves. Y no  se trata de una realidad quieta, sino cambiante, que avanza inexorablemente, lo cual no quiere decir que no tenga retrocesos y desvíos, obstáculos y sorpresas.

Se puede discutir (debate entre obsesos de esta cuestión) si el universo ficcional de  “Isla Faraday”, Los espíritus del humo, La refulgencia y Aldith es fantasía (lo maravilloso, el género donde predomina la magia y los  sucesos sobrenaturales no necesitan ser explicados porque existen sin más, se  aceptan como normales, cotidianos, naturales, por los personajes y por los lectores) o ciencia ficción (el género de lo posible racionalizado, planteado como una consecuencia del desarrollo científico, tecnológico o en cualquier otro campo de la vida humana). Yo discuto también sobre ello y disiento con quien dice que se trata de etiquetas sin ninguna importancia. Hay un modo de ver el mundo y la realidad muy distinto en lo maravilloso o la ciencia ficción, si hablamos, claro está, de obras no híbridas o escoradas hacia el otro género (como ocurre con el space opera). Y ese modo de ver la realidad, diferente, incluso opuesto,  es el que nos presenta Regueiro en estas narraciones. Yo creo que no hace ni fantasía ni ciencia ficción exactamente, sino que nos sitúa en el umbral entre ambos mundos, ambos paradigmas. Cada uno de ellos tiene sus virtudes y sus desventajas, sus atractivos y sus malos rollos.

Ahora toca hablar de Aldith: es una historia corta o quizás lo parece porque nos atrapa de inmediato, sometiéndonos a un ritmo frenético. Entramos en una vorágine y, además, en un barco. De los antiguos y que encima va a ultramar, atravesando un océano y perseguido por una ominosa tormenta. A mí es que me dan miedo hasta los ferris de una ría. Un barco, lugar cerrado y con tanta agua por debajo. Chungo. No se puede escapar. O sí, nunca se sabe, pero vete a adivinar dónde acabas.

El personaje protagonista de Aldith es coral, es decir, un conjunto de personas que aquí construyen la historia, después de embarcar en ese buque, con sus sueños, sus esperanzas, sus temores. Y sus secretos, faltaría más. Hay intriga, misterio, peligros. La magia no está ya solo en decadencia, sino que se la margina y estigmatiza. Pero no ha desaparecido aún. Vamos a darnos cuenta enseguida.

La historia tiene los toques de humor e ironía tan característicos en el estilo de Regueiro. Y un doble final inesperado, casi risueño.

Relato, pues, de aventuras, con un trasfondo social y filosófico: el pensamiento mágico frente a la razón, lo antiguo frente a lo moderno, lo rural versus lo urbano, y ojo que no estamos hablando del Mal frente al Bien, porque tampoco el paradigma que llega es perfecto. Aldith se devora. Los personajes que forman ese conjunto coral del que he hablado son de carne y hueso, entrañables y terribles, como cualquiera.

Aquí se añaden unos toques de terror, que no espantan, pero sí inquietan, causan zozobra, mucho más en un navío transoceánico.

Aprovecho de nuevo para decir que no puedo entender por qué no se lee más a Conchi Regueiro, por qué  su obra no es más conocida. Se trata de una escritora que ha madurado con cada nuevo libro. De las pocas que, además de basarse en la tradición de la ciencia ficción anglosajona, tienen raíces en nuestra propia literatura. Y convierten la historia española en un elemento fundamental en sus novelas y relatos. Me parece una lástima que el éxito dependa tanto de una mayor o menor presencia en las redes.

En todo caso, recomiendo estas tres novelitas, en diminutivo por su extensión, estupendas obras por su calidad. Ya saben: Los espíritus del humo, La refulgencia y, ahora, Aldith. Porque la lucha entre la magia y la técnica continúa en ella. Porque nos devuelven el sabor de las aventuras de antaño, en este caso, marinas.  ¿Listas, listos para embarcar?