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19 de junio de 2018

"Azul, el poder de un nombre: Samidak", de Begoña Pérez Ruiz


Begoña Pérez Ruiz
Azul, el poder de un nombre: Samidak
Madrid, Éride Ediciones, 2015.

Hace poco he leído la novela Azul, el poder de un nombre: Samidak, de la escritora española Begoña Pérez Ruiz, nacida en Colombes (Francia) en 1972 y que reside en Getafe (Madrid). Pérez Ruiz es librera y también ha trabajado como lectora profesional. La novela, un grueso volumen de casi novecientas páginas, fue publicada por primera vez en 2015 por Éride Ediciones.

No había leído hasta ahora a Pérez Ruiz y he de decir que me ha encantado hacerlo. He disfrutado de su novelón como hacía mucho que no me ocurría. Es una historia entretenida, dinámica, bien escrita, nada pretenciosa pero en la que pueden verse, con toda claridad, tanto la pasión por la lectura y por la escritura de su autora como sus conocimientos literarios, modernos y clásicos. Algo, esto último, no muy habitual en los tiempos que corren. La ingente cantidad de novedades nos lleva a veces a olvidarnos de las obras de siempre que son las que más pueden enseñarnos a la hora escribir.

¿Por qué me ha gustado tanto Azul? Se trata de una novela que hibrida la ciencia ficción de aventuras (el space-opera) y la fantasía, ya que aparecen tanto un universo con diferentes planetas habitados y distintas civilizaciones y especies como lo sobrenatural maravilloso. Desde un principio, la historia engancha y fascina. Se lee rápido y bien.

Lo que más me ha interesado y quiero destacar es cómo trabaja Pérez Ruiz los estereotipos y arquetipos literarios, temáticos y de personajes. Reconocemos el viaje del héroe, en este caso de la heroína. La historia de amor romántico chica encuentra chico. El sufrimiento, las pruebas y el aprendizaje, a veces de una enorme dureza y crueldad, a los que se ve sometida la protagonista. En ese sentido, recuerda a los héroes clásicos, como Hércules. E igual que este, Azul no es una humana sin más, sino tiene una naturaleza mestiza entre lo humano y lo sobrenatural. Hay, en esta historia, acción, guerras, intrigas palaciegas, aliados y enemigos, déspotas, imperios tiránicos... Todo lo que se necesita para entretener. Pero, esto es lo más importante, la autora no se limita a repetir esos arquetipos y estereotipos, sino que juega con ellos y los reelabora, al tiempo que se los cree verdaderamente, algo imprescindible para convencer a quienes leen, y, sin embargo, al mismo tiempo los subvierte en buena parte.

Por ejemplo, aquí la protagonista es Azul y sus enamorados son coprotagonistas, en un plano secundario. Y a esta joven no hay que salvarla de mil peligros, es capaz de enfrentarse sola a ellos, y a los guerreros más invencibles. Tenemos pues una primera subversión de los papeles tradicionales. Es cierto también que Azul no solo tiene que luchar contra sus enemigos y las circunstancias, sino, con mucha frecuencia, contra sí misma, sus miedos e inseguridades, porque ha sido desde su nacimiento una marginada en los mundos donde ha vivido, a causa de su diferencia con quienes viven en estos: una diferencia que esconde un secreto, una verdad que ni ella misma conoce. Ese carácter de marginalidad, de cierta autodestrucción y de sufrimiento psicológico le da un tinte trágico al personaje, que lo vuelve más fascinante aún.

La novela está muy bien escrita, hay algunas repeticiones que se solucionarán sin duda en la próxima edición. La historia es autoconclusiva, lo cual se agradece, aunque deja abierta la continuación, que de hecho ya ha escrito la autora y esperemos logre publicar próximamente.

Se trata pues de una lectura amena y muy satisfactoria literariamente. No solo para leer con palomitas, como dice en ocasiones la autora, sino para disfrutarla con una cerveza de abadía y jamón de pata negra. Quienes están empezando a escribir también pueden aprender mucho con esta obra, sobre cómo inspirarnos en los temas y personajes clásicos, pero saber darles también una vuelta de tuerca.