Begoña
Pérez Ruiz
Azul, el poder de un nombre:
Samidak
Madrid,
Éride Ediciones, 2015.
Hace
poco he leído la novela Azul, el poder de
un nombre: Samidak, de la escritora española Begoña Pérez Ruiz, nacida en
Colombes (Francia) en 1972 y que reside en Getafe (Madrid). Pérez Ruiz es
librera y también ha trabajado como lectora profesional. La novela, un grueso
volumen de casi novecientas páginas, fue publicada por primera vez en 2015 por Éride
Ediciones.
No
había leído hasta ahora a Pérez Ruiz y he de decir que me ha encantado hacerlo.
He disfrutado de su novelón como hacía mucho que no me ocurría. Es una historia
entretenida, dinámica, bien escrita, nada pretenciosa pero en la que pueden
verse, con toda claridad, tanto la pasión por la lectura y por la escritura de
su autora como sus conocimientos literarios, modernos y clásicos. Algo, esto
último, no muy habitual en los tiempos que corren. La ingente cantidad de
novedades nos lleva a veces a olvidarnos de las obras de siempre que son las
que más pueden enseñarnos a la hora escribir.
¿Por
qué me ha gustado tanto Azul? Se
trata de una novela que hibrida la ciencia ficción de aventuras (el space-opera) y la fantasía, ya que
aparecen tanto un universo con diferentes planetas habitados y distintas
civilizaciones y especies como lo sobrenatural maravilloso. Desde un principio,
la historia engancha y fascina. Se lee rápido y bien.
Lo
que más me ha interesado y quiero destacar es cómo trabaja Pérez Ruiz los
estereotipos y arquetipos literarios, temáticos y de personajes. Reconocemos el
viaje del héroe, en este caso de la heroína. La historia de amor romántico chica
encuentra chico. El sufrimiento, las pruebas y el aprendizaje, a veces de una
enorme dureza y crueldad, a los que se ve sometida la protagonista. En ese
sentido, recuerda a los héroes clásicos, como Hércules. E igual que este, Azul
no es una humana sin más, sino tiene una naturaleza mestiza entre lo humano y
lo sobrenatural. Hay, en esta historia, acción, guerras, intrigas palaciegas,
aliados y enemigos, déspotas, imperios tiránicos... Todo lo que se necesita
para entretener. Pero, esto es lo más importante, la autora no se limita a
repetir esos arquetipos y estereotipos, sino que juega con ellos y los
reelabora, al tiempo que se los cree verdaderamente, algo imprescindible para
convencer a quienes leen, y, sin embargo, al mismo tiempo los subvierte en
buena parte.
Por
ejemplo, aquí la protagonista es Azul y sus enamorados son coprotagonistas, en
un plano secundario. Y a esta joven no hay que salvarla de mil peligros, es
capaz de enfrentarse sola a ellos, y a los guerreros más invencibles. Tenemos pues
una primera subversión de los papeles tradicionales. Es cierto también que Azul
no solo tiene que luchar contra sus enemigos y las circunstancias, sino, con
mucha frecuencia, contra sí misma, sus miedos e inseguridades, porque ha sido
desde su nacimiento una marginada en los mundos donde ha vivido, a causa de su
diferencia con quienes viven en estos: una diferencia que esconde un secreto,
una verdad que ni ella misma conoce. Ese carácter de marginalidad, de cierta
autodestrucción y de sufrimiento psicológico le da un tinte trágico al
personaje, que lo vuelve más fascinante aún.
La
novela está muy bien escrita, hay algunas repeticiones que se solucionarán sin
duda en la próxima edición. La historia es autoconclusiva, lo cual se agradece,
aunque deja abierta la continuación, que de hecho ya ha escrito la autora y
esperemos logre publicar próximamente.
Se
trata pues de una lectura amena y muy satisfactoria literariamente. No solo
para leer con palomitas, como dice en ocasiones la autora, sino para
disfrutarla con una cerveza de abadía y jamón de pata negra. Quienes están
empezando a escribir también pueden aprender mucho con esta obra, sobre cómo
inspirarnos en los temas y personajes clásicos, pero saber darles también una
vuelta de tuerca.