Muerte de la luz
(Dying of the Light) (1977) Traducción de Carlos Gardini.
Publicada en España por
la editorial Gigamesh.
Termino de leer Muerte de la luz, la primera obra publicada
por George R. R. Martin, una novela de ciencia ficción aparecida en 1977 (veinte
años antes de hacerse famoso con su serie de fantasía épica Canción de hielo y fuego). Había
escuchado críticas muy favorables sobre el libro y creo que las merece.
La acción transcurre en
Worlorn, un planeta moribundo, donde antaño se celebraba un Festival
Interestelar. Quedan allí ciudades diversas y extrañas, majestuosas y ahora
abandonadas, que representan cada uno de los mundos que participaban en el
Festival. Como de costumbre, Martin es muy imaginativo en la invención de
nombres y civilizaciones alienígenas. Asimismo hace referencia a toda una galaxia y sus distintos planetas
habitados, cada uno con su población, historia y cultura.
El tema amoroso es
importante en el argumento, sin duda, aunque en mi opinión no tanto como se lee
por ahí en reseñas del libro, y las relaciones son atípicas en comparación con
otras obras de este tipo de literatura, generalmente conservadoras en tales asuntos.
Martin nos muestra una institución del planeta Alto Kavalaan, que no consiste
en un matrimonio entre varón y mujer, sino en un trío compuesto por dos hombres
enlazados por un vínculo de lealtad muy estrecho (no se sabe si su unión es
también sexual, pues el autor quizás no se atreve a profundizar en esa
cuestión) y que comparten una mujer. La relación entre los varones recuerda la
que se sospecha pudo existir por ejemplo entre guerreros de la antigua Grecia.
La novela comienza
cuando Dirk t´Larien llega a Worlorn tras haber recibido la «joya susurrante»,
enviada por una antigua amante suya, Gwen Delvano. Esa joya conlleva una promesa
entre ambos, la de acudir cuando el otro la mande, a pesar del tiempo, la
distancia o que la relación se haya roto. Dirk, que sigue enamorado de Gwen,
descubre que ella se ha unido en un vínculo pseudomatrimonial con el kavalar Jaan
Vikary, que a su vez tiene un teyn, un
compañero de armas y de vida, Garse Janacek. Ambos proceden de Alto Kavalaan, un
mundo férreamente patriarcal, con un código de honor muy estricto que incita a
la guerra y a los enfrentamientos personales, reglamentados en duelos. Los kavalares
consideran además cuasi-hombres a todos los seres que no pertenecen a su mundo,
y los cazan.
Mientras Garse Janacek es
un claro exponente de esa cultura, y se siente superior y desprecia a los
extranjeros, a las mujeres y a los propios kavalares que no cumplen el código
de honor, sin embargo Jaan Vikary pretende transformarlo con ideas más
progresistas. Es de este reformador de quien se ha enamorado Gwen, hasta el
punto de convertirse en su betheyn, y Jaan por su parte se ha atrevido también
por amor a infringir las normas de su sociedad y unirse a ella. Dirk es por
otra parte un hombre más interesado por los sentimientos que por las luchas. Y
en cuanto a Gwen, amada por Dirk y Jaan pero odiada por Garse, aparece como una
mujer fuerte y autónoma.
Resulta interesante
leer una obra como esta en una época en que consideramos por ejemplo que los
países islámicos son un todo sin matices y sin plantearnos que pueden existir en
ellos gentes que disientan, que se aparten de la religión y de las políticas
más fundamentalistas y belicosas.
Nuestra perspectiva es
la de Dirk, espectador extranjero de unos acontecimientos y de una cultura que
juzga muy duramente, sin duda con razón porque también va a ser víctima de la
violencia kavalar. Sin embargo, al igual que le ocurre a Gwen, no va a quedar
al margen de la práctica de esta. La violencia contamina y corrompe como el
dinero y el poder. Pero la alternativa totalmente pacifista, representada aquí
por el kimdissi Arkin Ruark, no parece convencer tampoco a Martin, pues
presenta al personaje como un intrigante y un falso.
Bien, la buena
literatura es la que plantea preguntas más que da respuestas.
Con un estilo lírico y
un tono de elegía muy adecuado a este planeta que va a perecer. La narración profundiza en lo psicológico, en
comportamientos y emociones. Muy válida también para estudiar los diversos
tipos de masculinidades que presenta, y el tema de la violencia, la xenofobia y
las sociedades patriarcales.
La
tensión decae un tanto en la parte central de la novela, teniendo en cuenta que
es muy fuerte al principio, aunque se recupera al final. No obstante, como escritora
me pregunto qué manera habría de construir una historia de acción y aventuras sin
utilizar la violencia, sobre todo por parte de los personajes que se oponen a
ella. Es algo bien difícil.
El final por cierto es
espléndido.