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30 de septiembre de 2008

LENGUAJE Y SEXISMO

MÁS QUE RESPUESTAS, REFLEXIONES: VOLVIENDO AL EJERCICIO PRÁCTICO

EJEMPLOS 1 AL 8:
1. Mi amiga Laura es _______
Mi amigo Pedro es maestro
2. Mi amiga Juana es __________
Mi amigo Alberto es bibliotecario.
3. Mi tía trabaja como ______ en un ambulatorio, es _______ de familia.
Mi tío trabaja como doctor en un ambulatorio, es médico de familia.
4. Mi vecina es _______
Mi vecino es cocinero.
5. El hijo de mi vecino es músico.
La hija de mi vecina es _______
6. Acaba de salir por la tele la _______ de Economía.
Acaba de salir por la tele el ministro de Economía.
7. ¿Tu prima es _______?
¿Tu primo es abogado?
8. ¿Es verdad eso de que tu prima es _______?
¿Es verdad eso de que tu primo es brujo?

Cualquier Gramática de la lengua española que consultes te dirá que en todos los casos del 1 al 6, el femenino puede hacerse con la terminación –a: maestra, bibliotecaria, doctora, médica, cocinera, música, ministra, abogada, bruja.

Sin embargo, todavía hoy no es extraño encontrar a personas que dicen: la abogado o la médico. Argumentan que decir la médica “les suena mal”, o que la forma en femenino puede inducir a confusión con otro término, por ejemplo la música serviría tanto para una mujer profesional como para la disciplina misma (otros ejemplos son la cartera, la química…)

¿Hay alguien que deje de denominar ciertas profesiones masculinas porque pueden confundirse con otro término: por ejemplo cura?

¿Por qué en profesiones que las mujeres han ocupado desde siempre (maestra, enfermera, tendera, portera) se emplea sin dudar la forma femenina, y al referirse a profesiones a las que la mujer ha accedido con más dificultad o hace menos tiempo, se produce esa vacilación entre femenino y masculino, o el rechazo al femenino?

¿Y qué dicen las Gramáticas?
FORMACIÓN DEL FEMENINO EN PROFESIONES, CARGOS, TÍTULOS O ACTIVIDADES HUMANAS: Aunque en el modo de marcar el género femenino en los sustantivos que designan profesiones, cargos, títulos o actividades influyen tanto cuestiones puramente formales —la etimología, la terminación del masculino, etc.— como condicionamientos de tipo histórico y sociocultural, en especial el hecho de que se trate o no de profesiones o cargos desempeñados tradicionalmente por mujeres, se pueden establecer las siguientes normas, atendiendo únicamente a criterios morfológicos:
Aquellos cuya forma masculina acaba en -o forman normalmente el femenino sustituyendo esta vocal por una -a: bombero/bombera, médico/médica, ministro/ministra, ginecólogo/ginecóloga.
DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS - Primera edición (octubre 2005), de la Real Academia Española.


En algunos casos existe cierta oscilación entre la diferenciación (masculino -o / femenino -a) y la neutralización (masculino -o, con artículo el / femenino -o también, con artículo la): el ministro / la ministra, el médico / la médica, el abogado / la abogada, frente a el/la ministro, el/la médico, el/la abogado. La tendencia normal de la lengua es la duplicidad de formas, asignando al femenino la terminación -a: la ministra (como se dice la maestra, y no la maestro), la médica (como se dice la doctora, y no la doctor), la abogada (como se dice la delegada, y no la delegado), la catedrática, la funcionaria, la ingeniera, la arquitecta.
Manuel Seco. Gramática esencial del español.

EJEMPLOS 9 AL 13
9. Mi amiga Laura es _______
Mi amigo Pedro es taxista.
10. Mi madre fue una gran _______
Mi padre fue un gran artista
11. Mi prima es modista.
Mi primo es _______
12. Mi abuela fue _______
Mi abuelo fue poeta.
13. El protagonista de esta novela es un vampiro.
La protagonista de esta novela es una ________


Muchos nombres de profesiones acabados en –a (taxista, guardia, policía, periodista, astronauta, atleta, ajedrecista, poeta…) tienen un origen latino y griego, por ejemplo la primera declinación latina, que incluía sustantivos de género femenino, salvo los referidos a oficios “propios de varón”, que decían las gramáticas, y eran masculinos, pues estos oficios los ejercían tradicionalmente varones, y así ha seguido ocurriendo más tarde.

Tan claro es que estos términos acabados en –a se consideraban masculinos, que para poeta ha existido vacilación entre dos femeninos, poetisa y poeta.
(Esta terminación en –isa se ha dado también en palabras como diablo, que tiene como dos variantes para el femenino: diabla y diablesa, y vampiro, aunque en este último caso el femenino sería vampira, pues vampiresa significa mujer fatal. También se ha utilizado mujer vampiro, un ejemplo de que la economía del lenguaje no es siempre el criterio que se sigue aunque se diga lo contrario. Hay una interesante antología de relatos que se titula Vampiras: antología de relatos sobre mujeres vampiro, donde aparecen las dos formas un poco contradictoriamente)

En principio salvo excepciones como poeta, estos sustantivos no varían en su terminación al referirse a mujer o varón (la/el artista, la/el astronauta).

No obstante el caso de la variación modista/modisto nos indica que ha habido casos en que los varones han necesitado remarcar la diferencia de género para no confundir su oficio con el correspondiente femenino (y eso ¿por qué habrá sido?). Que sepamos, no han sido criticados por esa ruptura evidente de la gramática, como lo somos las mujeres al utilizar formas femeninas de palabras durante mucho tiempo usadas en masculino.

Últimamente la reacción en contra de las propuestas para un lenguaje no sexista dicen que, si nosotras feminizamos determinadas palabras, también se podría decir el policío, el periodisto, el artisto… bien, hay que repetir que esto ya se ha hecho, por ejemplo en modisto, y que en el resto de casos no se hizo porque estas palabras se consideran sin problema de género masculino, aunque acabaran en –a.

De cualquier modo, creo que estas opiniones se dejan llevar por el deseo de ridiculización en vez de pensar seriamente sobre el lenguaje.

Es posible que finalmente acaben existiendo esas formas en masculino, o es posible que no, lo importante para mí es que, cuando se quiere transgredir la gramática, hay que conocer ésta y saber lo que se está haciendo. Si yo opto por decir miembra, sé que estoy transgrediendo la gramática, y también si dijera artisto. Pero si digo ingeniera (y no la ingeniero o mujer ingeniero), no estoy transgrediendo la gramática en absoluto, todo lo contrario, pues es la forma correcta para el femenino de ingeniero.

EJEMPLO 14
14. Mi novia es azafata.
Mi novio es _______

El Diccionario de la RAE no recoge el masculino azafato. En justa correspondencia con casos como mujer ingeniero, habría que decir: Ni novio es un hombre azafata, ¿o no? ¿no? ¿por qué no? No vale aquí recurrir como respuesta a lo de auxiliar de vuelo.

EJEMPLOS 15 AL 16

15. Mi vecina es prostituta.
Mi vecino es _______
16. ¿Cuál es el masculino de meretriz, hetaira, ramera, puta?
¿Qué diferencia hay entre puta y puto?


He aquí casos de determinados oficios de mujeres (prostituta, puta, ramera, meretriz, hetaira, todos sinónimos), que durante siglos no han tenido correspondiente masculino. Ha habido algunas excepciones como gigoló, que parece ¿más fino que puto o prostituto?

Puta no significa lo mismo que puto. Según el Diccionario de la RAE, puta remite a prostituto, -a, persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero. Y puto es: hombre que tiene concúbito con persona de su sexo. Sí está admitido por tanto el masculino prostituto.

EJEMPLO 17
17. ¿Tienen masculino los términos matrona, partera o comadrona?


Actualmente aparecen recogidos en varios diccionarios los masculinos partero y comadrón. Ambos, como partera y comadrona, se refieren a las personas que asisten a la mujer parturienta. No hay masculino de matrona.

Lo que dice la Gramática:
En algún caso, el femenino presenta la terminación culta -isa (del lat. -issa), por provenir directamente del femenino latino formado con este sufijo: diácono/diaconisa; y excepcionalmente hay voces que tienen dos femeninos, uno en -a y otro con la terminación -esa (variante castellana de -isa): diablo, fem. diabla o diablesa; vampiro, fem. vampira o vampiresa.
Los (sustantivos) que acaban en -a funcionan en su inmensa mayoría como comunes: el/la atleta, el/la cineasta, el/la guía, el/la logopeda, el/la terapeuta, el/la pediatra. En algunos casos, por razones etimológicas, el femenino presenta la terminación culta -isa: profetisa, papisa. En el caso de poeta, existen ambas posibilidades: la poeta/poetisa. Son asimismo comunes en cuanto al género los sustantivos formados con el sufijo -ista: el/la ascensorista, el/la electricista, el/la taxista. Es excepcional el caso de modista, que a partir del masculino normal el modista ha generado el masculino regresivo
modisto.
DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS - Primera edición (octubre 2005), de la Real Academia Española

EJEMPLO 18
18. Mi abuelo Federico fue soldado desde los 14 años. No obstante, mi abuelo se salió del Ejército y se hizo miembro de una organización pacifista. Había sido testigo de demasiados horrores, y eso le llevó a realizar aquel cambio.
Mi abuela Francisca no pudo ser ­­­­_______ porque las mujeres no podían entrar en el Ejército. Mi abuela fue _______ asimismo de aquella organización. Creo que también se hizo _______ de Jehová.


Palabras como soldado, testigo o miembro, no suelen cambiar el sufijo final –o cuando se emplean en femenino. La gramática las denomina sustantivos o nombres “comunes”: Pero… en las películas de Almóvodar ya se oyó testiga, y a raíz del uso de miembras por la ministra de Igualdad Bibiana Aído en 2008, la polémica ha quedado abierta, y el debate se vuelve muy interesante.

En estos casos podíamos plantearnos dos opciones (o más):
La primera, del mismo modo que un sustantivo acabado en –a puede ser masculino o femenino, un nombre terminado en –o puede ser femenino o masculino también, es decir, aceptar que determinados sustantivos son comunes (pero no neutros: el género neutro, que existió en latín, desapareció en castellano, salvo escasísimas excepciones como “lo”, “esto”, “eso”, “aquello”…).
Otra opción es feminizar determinados de esos sustantivos: testiga, miembra…. Sería algo semejante a lo que ocurrió con modisto.

Es posible que durante bastante tiempo coexistan dos formas, la testigo o testiga, y acabe por permanecer sólo una de ellas, como ha ocurrido en tantos otros casos en la historia de la lengua; y es normal que no se feminicen todos los términos, por ejemplo puede triunfar el término miembra y al mismo tiempo continuar diciéndose la soldado.

En todo caso desde el feminismo muchas propuestas quieren sobre todo hacer reflexionar sobre nuestro idioma, ser provocativas y subversivas, y experimentar con el lenguaje, algo que también se ha hecho desde siempre. Por una parte, la capacidad de invención de cualquier hablante puede sorprender al/la más arriesgada/o artista o erudita/o lingüista). Por otra, el lenguaje es un instrumento muy importante para subvertir un orden contra el que se lucha. Parafraseando a Audre Lorde, no podemos subvertir el orden patriarcal del amo si seguimos hablando con el lenguaje del amo.

¿Por qué quienes se oponen a estos planteamientos feministas lo hacen con tanto menosprecio y virulencia? Realmente, no es para tanto.
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EJEMPLOS DEL 19 AL 26
19. Juan es gerente de su empresa
Juana es _______ de su empresa.
20. Mi tío abuelo fue monje de clausura.
Mi tía abuela fue _______ de clausura.
21. Mi jefe se llama Pedro.
Mi _______ se llama Patricia.
22. El dependiente de esa tienda es ruso.
La _______ de esa tienda es rusa.
23. La _______ de Gobierno ha salido por la tele.
El presidente de Gobierno ha salido por la tele.
24. Al hijo de un rey, pero que no heredará su cargo, se le llama infante.
A la hija de un rey, pero que no heredará su cargo, se le llama _______.
25. ¿Qué diferencia hay entre asistente y asistenta?
26. ¿Cómo tituló Leopoldo Alas, Clarín, su novela más famosa?


En el caso de los sustantivos acabados en –e, o en consonante, podría pensarse en principio que se trata también de “nombres comunes”, que valdrían para los dos géneros, diferenciándose el masculino y el femenino por el artículo o los complementos.

Sin embargo a lo largo de la historia se ha producido variación de género (masculino en –e, y femenino en –a), pues la costumbre ha tendido a diferenciar, por ejemplo, a Pepe de Pepa, y las profesiones o situaciones que tradicionalmente han sido ocupadas o ejercidas por mujeres.

De nuevo nos encontramos aquí con que profesiones a las que nosotras hemos accedido en tiempo más reciente, muestran por parte de cierto grupo de hablantes mayor resistencia a la variación de género.

De nuevo preguntamos ¿da mayor prestigio el uso del masculino? Casos como el de asistente, que en masculino sirve actualmente sobre todo para referirse a la profesión de asistente social, y asistenta, que es la mujer que limpia por horas en una casa; o el ejemplo de la secretario judicial que yo personalmente he oído se justificaban porque “si decían la secretaria podía confundirse con una secretaria normal y corriente?? avalan, en mi opinión, esa hipótesis.

De hecho, que la variación de género ha existido siempre se demuestra con facilidad, pues incluso cuando bastantes profesiones no eran ocupadas por mujeres, el habla popular feminizaba algunos masculinos para referirse a “la esposa de” o “la mujer que se comporta como”: sastra, sargenta

Realmente, el habla popular suele ser más lógica y práctica que la de la gente más culta pero más reticente a innovaciones. Como dice el lingüista Manuel Seco, la tendencia normal de la lengua es la duplicidad de formas masculino-femenino, y quienes han seguido con más libertad y menos prejuicios esa tendencia han sido los hablantes normales y corrientes (también incluso esos varones que dicen: mi parienta es muy curranta)

Pero no sólo el habla popular, pues ¿alguien ha vituperado a Clarín por titular su gran novela La Regenta?

¿Y qué dicen de todo esto las Gramáticas?
Lo curioso es que, frente a las opiniones de presuntos intelectuales conocedores del tema, que cuestionan la variación de género y el lenguaje inclusivo, las gramáticas dicen otra cosa:

La diferencia de sexo, sin embargo, en los sustantivos referentes a personas, ha inducido, e induce, a crear formas distintas de masculino y femenino: de huésped, patrón, oficial, jefe, monje, sirviente, ministro, asistente, juez, etc., se han derivado los femeninos huéspeda, patrona, oficiala, jefa, monja, sirvienta, ministra, asistenta, jueza, etc.
Emilio Alarcos Llorach, Gramática de la Lengua Española, 1994

Los (sustantivos) que acaban en -e tienden a funcionar como comunes, en consonancia con los adjetivos con esta misma terminación, que suelen tener una única forma (afable, alegre, pobre, inmune, etc.): el/la amanuense, el/la cicerone, el/la conserje, el/la orfebre, el/la pinche. Algunos tienen formas femeninas específicas a través de los sufijos -esa, -isa o -ina: alcalde/alcaldesa, conde/condesa, duque/duquesa, héroe/heroína, sacerdote/sacerdotisa (aunque sacerdote también se usa como común: la sacerdote). En unos pocos casos se han generado femeninos en -a, como en jefe/jefa, sastre/sastra, cacique/cacica.
Dentro de este grupo están también los sustantivos terminados en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de presente latinos, y que funcionan en su gran mayoría como comunes, en consonancia con la forma única de los adjetivos con estas mismas terminaciones (complaciente, inteligente, pedante, etc.): el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante. No obstante, en algunos casos se han generalizado el uso de femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta. A veces se usan ambas formas, con matices significativos diversos: la gobernante (‘mujer que dirige un país’) o la gobernanta (en una casa, un hotel o una institución, ‘mujer que tiene a su cargo el personal de servicio’).
DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS - Primera edición (octubre 2005), de la Real Academia Española.

EJEMPLOS 27 AL 32
27. Mi primo es escritor.
Mi prima es _______.
28. Mi madre es _______ del ayuntamiento de su pueblo.
Mi padre es concejal del ayuntamiento de su pueblo.
29. El protagonista de esa película es un colegial.
La protagonista de esa película es una _______.
30. Mi vecino es juez. Y antes fue profesor de Derecho.
Mi vecina es _______. Y antes fue _______ de Derecho.
31. Mi abuelo estuvo de huésped en una pensión muchos años.
Mi abuela estuvo de _______ en una pensión muchos años.
32. Mi tía Encarna fue _______ de esa parroquia.
Mi tío Paco fue feligrés de esa parroquia.

En todos estos casos, la propia Gramática dice que el femenino se hacen en –a:

Los que acaban en -or forman el femenino añadiendo una -a: compositor/compositora, escritor/escritora, profesor/profesora, gobernador/gobernadora. En algunos casos, el femenino presenta la terminación culta -triz (del lat. -trix, -tricis), por provenir directamente de femeninos latinos formados con este sufijo: actor/actriz, emperador/emperatriz.
Los agudos acabados en -n y en -s forman normalmente el femenino añadiendo una -a: guardián/guardiana, bailarín/bailarina, anfitrión/anfitriona, guardés/guardesa, marqués/marquesa, dios/ diosa.
Los que acaban en -l o -z tienden a funcionar como comunes: el/la cónsul, el/la corresponsal, el/la timonel, el/la capataz, el/la juez, el/la portavoz, en consonancia con los adjetivos terminados en estas mismas consonantes, que tienen, salvo poquísimas excepciones, una única forma, válida tanto para el masculino como para el femenino: dócil, brutal, soez, feliz (no existen las formas femeninas *dócila, *brutala, *soeza, *feliza). No obstante, algunos de estos sustantivos han desarrollado con cierto éxito un femenino en -a, como es el caso de juez/jueza, aprendiz/aprendiza, concejal/concejala o bedel/bedela.
Los terminados en consonantes distintas de las señaladas en los párrafos anteriores funcionan como comunes: el/la chef, el/la médium, el/la pívot. Se exceptúa la voz abad, cuyo femenino es abadesa. Es especial el caso de huésped, pues aunque hoy se prefiere su uso como común (el/la huésped), su femenino tradicional es huéspeda.
Cuando el nombre de una profesión o cargo está formado por un sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en masculino o femenino dependiendo del sexo del referente; por tanto, debe decirse la primera ministra, una intérprete jurada, una detective privada, etc., y no la primera ministro, una intérprete jurado, una detective privado, etc.
DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS - Primera edición (octubre 2005), DE LA Real Academia Española.
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EJEMPLO 33
33. ¿Cuál de estas dos oraciones te parece más correcta y por qué?
Se necesita oficiala de peluquería.
La coronela pasó revista a las tropas.

La Gramática dice:
Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los nombres que designan grados de la escala militar: el/la cabo, el/la brigada, el/la teniente, el/la brigadier, el/la capitán, el/la coronel, el/la alférez
DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS - Primera edición (octubre 2005), de la Real Academia Española.

Yo, como activista feminista y pacifista, y como lingüista que soy también, opto y decido nombrar a las capitanas, tenientas, coronelas y sargentas en femenino, puesto que estas palabras incluso están recogidas así en el Diccionario de la RAE, casi todas en su acepción de mujer delcapitán, teniente… (también almiranta, generala…), y en algunos casos, hasta se admite que se refieren al cargo militar ocupado por una mujer.

Y si elijo esa opción, que no es precisamente la de lo políticamente correcto, es porque considero que nombrar en masculino esos cargos militares cuando los ocupan mujeres es una muestra del profundo menosprecio que sigue existiendo hacia lo femenino, en ámbitos tan arraigadamente patriarcales como el Ejército. Aprovecho para añadir que en este país donde aún no nos hemos librado de las secuelas de la dictadura franquista, el menosprecio se dirige también hacia los planteamientos activistas de cualquier tipo (feministas, pero no sólo, también pacifistas, ecologistas…) sin valorar los conocimientos, preparación y experiencia, en los temas que tratan, que suelen tener las personas que se dedican a esos activismos.

En cuanto a oficiala, el Diccionario de la RAE da como definiciones: mujer que se ocupa o trabaja en un oficio; en un oficio manual, operaria que ha terminado el aprendizaje y no es maestra todavía; empleada que bajo las órdenes de un jefe estudia y prepara el despacho de los negocios de una oficina.

De nuevo nos encontramos con que, cuando una profesión ha sido tradicionalmente ejercida por mujeres, no ha habido ningún problema en feminizar su nombre, pero sí existe una menor o mayor resistencia a nombrar en femenino profesiones no tradicionalmente ocupadas por las mujeres. Y sin embargo, cuando los varones ejercen profesiones u oficios que casi siempre han sido mayoritariamente femeninos, se nombran en masculino sin la menor oposición por parte de nadie.

SOBRE EL MASCULINO GENÉRICO
EJEMPLOS 34 AL 37

Por masculino genérico se entiende que el género gramatical masculino (en sustantivos, adjetivos, pronombres…) es el no marcado, y sirve para referirse conjuntamente a varones y mujeres, a masculino y femenino.

34. ¿Cuál es el masculino de hembra?
¿Cuál es el masculino de mujer?
¿Cuál es el femenino de varón?

La correspondencia correcta sería hembra/macho; mujer/ varón; hombre viene del latín homo, -inis, que se refiere al género humano, diferenciado en vir, varón, y mulier, mujer.

Sin embargo, el término hombre ha ido desplazando a varón, usándose como equivalente, de modo que, al hablar de los hombres puede existir confusión entre los varones o el género humano.

¿O tal vez ni siquiera ha habido confusión, pues en realidad durante muchos siglos sólo se ha considerado hombres a los varones, y por tanto se ha usado ese término como masculino y a la vez universal?

Del mismo modo, si las feministas hemos cuestionado el uso del masculino como genérico (ej.: los españoles por los españoles y las españolas) ha sido porque la realidad demostraba fehacientemente que en muchas ocasiones (lo cual no quiere decir siempre) ese masculino no incluía para nada a las mujeres, ni siquiera las tenía en cuenta, y se refería únicamente a los varones: algo explicable cuando el lenguaje refleja un mundo patriarcal, y esa exclusión, negación, silenciamiento u olvido de las mujeres es la esencia misma del patriarcado. Esa ha sido la gran trampa o falacia del supuesto masculino genérico, aunque hay que confiar en que paulatinamente esto cambiará.

¿Es esto que digo una exageración de feminista radical? He aquí alguna pruebas:

El primer ejemplo está extraído del relato “Bajo las jubeas en flor” de la escritora de ciencia ficción, argentina y feminista, Angélica Gorodischer, que sin duda sabe muy bien lo que dice y lo que hace, al poner en boca de un personaje este discurso:

35. (A) “Antiguamente los hombres eran muy desdichados, pues perdían sus posesiones, aun las más insignificantes y pequeñas, cada vez que se trasladaban de lugar.”
(B) “Llevaban sólo su mujer y sus hijos y sus parientes, al menos los que estaban en condiciones de caminar: los muy viejos quedaban atrás.”
Angélica Gorodischer, Bajo las jubeas en flor.


La pregunta era: ¿los términos en cursiva se refieren sólo a los varones, o son un genérico, es decir, se refieren a varones + mujeres, masculino + femenino?
Si llevaban sólo “su mujer y sus hijos” es que ese “los hombres” de la oración inicial, únicamente alude a los humanos de sexo masculino.

36. (A) “Dicen los viejos que en este país hubo una guerra
y hay dos Españas que guardan aún,
el rencor de viejas deudas.
Dicen los viejos que este país necesita
palo largo y mano dura
para evitar lo peor.
Pero yo sólo he visto gente
que sufre y calla
dolor y miedo...
(B) Gente que sólo desea su pan,
su hembra y la fiesta en paz”
Canción Libertad sin ira.

Es ésta una vieja canción, emblemática en la época de la transición española: “Libertad sin ira”, de Jarcha. Lástima. Es una canción de hermoso recuerdo, pero un análisis lingüístico mínimamente serio nos descubre que el término “gente” se refiere sólo a los varones españoles. ¿O no? ¿Es un error sin importancia o un error significativo?

37. (A) Hay gente que piensa que los pueblos indígenas no han llegado tan lejos como nosotros.
(B) Efectivamente, no han violado a tu mujer o a tu hermana, matado a tus hijos, o construido su casa donde antes estaba la tuya.
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Si el nosotros es un masculino genérico, ¿cómo explicar ese al que luego se dirige la emisión, y que parece un tú masculino?

EJEMPLOS 38 AL 43
¿Cuál de las siguientes frases te gusta más o te parece más adecuada, y por qué?
38. Día internacional de los celíacos.
Día internacional de las personas celíacas
39. Derechos de autor.
Derechos de autoría
40. Los madrileños solemos quejarnos del clima de nuestra ciudad.
Los madrileños y las madrileñas solemos quejarnos del clima de nuestra ciudad
L@s madrileñ@s solemos quejarnos del clima de nuestra ciudad
41. Escuela superior de ingenieros
Escuela superior de ingeniería
42. Actividades para los alumnos.
Actividades para los alumnos y las alumnas
Actividades para el alumnado.
43. Señoras y señores, empieza nuestro show
Señores, empieza nuestro show.

Nos encontramos aquí con otro tema polémico: las alternativas al uso del masculino como genérico.

Para quienes consideren que no hay ningún problema en usar el masculino plural o singular como genérico, y que es una pérdida de tiempo proponer alternativas como las que han aparecido en los ejemplos anteriores, no hay mucho que debatir.

Pero para quienes sí creemos que es importante nombrar o especificar a las mujeres o el género femenino en determinados casos o el mayor número de veces posible, existen unas alternativas:

Por ejemplo:
En vez de decir sólo los alumnos
Se puede decir:
a) las alumnas y los alumnos
b) las/los alumnas/os
c) l@s alumn@s
d) el alumnado
Tanto la forma a), que suele ser utilizada más cuando se habla que por escrito, o la forma b), más adecuada para textos escritos, igual que la forma c), pueden convertir un discurso o un texto largos en algo verdaderamente pesado de escuchar o leer. Son recursos utilizables en determinadas ocasiones, pero no necesariamente de continuo y siempre. En mi opinión, la forma más práctica es la d), el uso de sustantivos abstractos: alumnado, celiaquía, ingeniería. En determinados momento, pueden utilizarse a la vez varios de estos recursos, cuando tenemos especial interés en nombrar y especificar el género femenino (ejercicio, por cierto, que contribuye a ejercitar las neuronas).

No obstante, soy la primera en utilizar el masculino plural como genérico (genérico de verdad) en muchos textos, sin tener que obligarme a usar siempre los recursos que he citado. No sólo es una cuestión de economía del lenguaje (criterio muy válido, y que también debería aplicarse a quienes dicen aún lo de mujer ingeniero en vez de ingeniera), sino que los recursos están para conocerlos y usarlos en el mejor momento, sin necesidad de forzar las cosas.

Eso sí, creo que el masculino singular no vale nunca como genérico, y que la Administración, empresas y cualquier otro tipo de entidad o persona que escriba un texto incluyendo referencias a personas, deben hacerlo en masculino y femenino: el/la contribuyente; la/el paciente; el/la interesado/a; la/el arrendataria/o, etc., etc. Puede que haya mujeres a las que esto traiga sin cuidado, lo cual es respetable, pero hay otras muchas a las que sí nos importa, y en la actualidad con los ordenadores hacerlo no supone el menor problema, por poco cuidado que se ponga.

Son bienvenidas cualesquiera otras sugerencias de alternativas al masculino genérico cuando se ve necesario nombrar o especificar el género femenino.

El tiempo dirá cuáles de las palabras y propuestas creadas por y desde el feminismo sobreviven, perduran, triunfan… como ha ocurrido en tantos otros campos del lenguaje… Yo creo que con el tiempo, y no mucho, tod@s nos iremos adaptando a nombrar en femenino o usar el masculino genérico cuando realmente lo es, y a especificar nuestro género cuando es necesario.

LOLA ROBLES
2007-2009