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Podéis leer buenas narraciones en la Biblioteca de Relatos.

26 de septiembre de 2008

Sobre Florencia Grau y El último turista


Internet permite ciertas maravillas: por ejemplo, rescatar un texto que quizás sólo tú recuerdes y llevarlo al ciberespacio para que pueda ser leído.

Cuando yo era niña, pasaba muchos fines de semana y vacaciones en casa de mi tía y mi abuela. Mi tía era modista y tenía revistas del corazón para que se entretuvieran sus clientas. En una de aquellas revistas, un ejemplar de Lecturas, leí un relato que yo no sabía que era de ciencia ficción a la vez que romántico (no sé si era la intención de la autora abordar ese género del que las mujeres han estado tan alejadas durante gran parte del siglo XX) y que me gustó muchísimo. Lo leí muchas veces, sobre todo de noche, en el sillón junto a mi abuela, con la lámpara encendida, la luz amarilla sobre la hoja entonces blanca. Me acuerdo de la escena a la perfección, pero no puedo concretar el año con seguridad, calculo que yo tenía de diez a trece años. Finalmente, decidí recortar la hoja donde estaba el relato y llevármelo. Durante más de treinta años conservé esa hoja recortada en una carpeta, llevada de mudanza en mudanza; hace poco volví a reencontrar el papel ya amarillento, doblado muchas veces, y decidí que quería publicarlo para que pudiera ser leído por más gente.

Hoy, al preguntarme por qué guardé con tanto celo una historia sacada de una publicación semejante, y por qué me gustó tanto, me he dicho que fue debido a que se trata precisamente de un relato de ciencia ficción y, que sin yo saberlo, fue el que me hizo aficionarme al género, aunque esa afición estuvo larvada muchos años. Y además, sus personajes y su final eran por completo atípicos y todavía hoy me extraña que se publicaran como una historia romántica sin más.

Sobre Florencia Grau he descubierto –me atrevería a asegurar que quien escribió “El último turista” y aquella que aparece en Internet son la misma– que era traductora y editora literaria, hacía adaptaciones teatrales y estuvo especializada en literatura infantil. Es muy posible que la revista Lecturas le pidiera un relato romántico, pues solía incluir este tipo de narraciones en sus páginas. Lo casi excéntrico es que, en este caso, el relato rosa es además un cuento de ciencia ficción, género literario muy alejado de los contenidos normales en la prensa de cotilleo.

Una primera lectura de “El último turista” puede confirmarnos que se trata en efecto de una narración romántica, con bastantes de los tópicos de ese género. Pero una revisión más detallada tal vez nos haga descubrir que hay algo extraño, crepuscular, sombrío, en esta historia de amor. El final, por ejemplo, es atípico, sorprendente. En cuanto a los personajes, ¿no se puede decir de ellos que son unos inadaptados sociales, tanto la joven terrestre, Alba, realmente rarita (para un relato de este tipo, por supuesto) a causa de su amor a la soledad, como el extraterrestre, que además de ser de otro planeta y tener un físico inolvidable, tampoco desea volver a su mundo de origen?

Por otra parte, la inadaptación social de la protagonista (“Alba era muy rara, decían”, “tenía fama de orgullosa y arisca”, “soy una mujer solitaria, olvidada y aburrida en este pueblo”) se debe no sólo a su inteligencia y sensibilidad, a su carácter soñador e introvertido, sino a hallarse en un mundo que la oprime con su mediocridad y sus valores morales. Ya no tan joven, ni tan hermosa (aunque “ignoraba que lo era, todavía”), y sola, una soledad desesperanzada pero voluntaria y asumida, se convierte automáticamente en un bicho raro, máxime teniendo en cuenta la época en que se desarrolla la historia, al final de ese franquismo que ahora en nuestro país pretendemos haber superado sin secuelas. El personaje de Alba me recuerda a la protagonista de la hermosa novelita de Elia Barceló El secreto del orfebre (2003), atrapada asimismo en un entorno pequeño, pacato, mezquino, triste, y se inscribe también en toda una serie de personajes femeninos, entre cuyos más logrados exponentes estaría incluso Ana Ozores, La Regenta de mi admirado Clarín. En cuanto al tema, o motivo temático, relacionado con el anterior, de la mujer de nuestro planeta que decide pirarse en un ovni con un extraterrestre en vez de buscar marido y familia aquí, lo abordará poco después, magistralmente, la autora de ciencia ficción estadounidense James Tiptree Jr.-Alice Sheldon, en un relato imposible de olvidar ya desde el título (sobre el cual hay una famosa y divertida anécdota que contaremos en otra ocasión): "Las mujeres que los hombres no ven" (1975).

Podrían encontrarse otras dimensiones simbólicas en el cuento de Grau, pero lo dejaré para otra ocasión.

Lola Robles, marzo 2007.

Posdata: En marzo de 2013 y gracias a una visitante de mi blog, Rosa Borrás, que había leído una petición mía para completar información sobre Florencia Grau, pude ponerme en contacto con la hija de Florencia, Marta Angelat Grau, artista y directora teatral. Ella me facilitó algunos datos biográficos y la autorización para publicar el relato de su madre tanto en mi blog como en una posible antología histórica de escritoras de ciencia ficción en nuestro país. Quiero agradecer, tanto a Marta Angelat como a esa visitante de mi blog, toda la información que me han dado.

Los datos biográficos sobre Florencia Grau que me facilitó su hija Marta Angelat son los que siguen:

«Florencia Grau Tarrafeta nació en Vilobí del Penedès (Barcelona) en el año 1921. Estudió en el Liceo Francés. Desde muy joven y hasta bien entrados los años cincuenta, colaboró habitualmente como articulista en la revista LECTURAS, para la que escribió muchos relatos de variada temática. También trabajó como guionista en Radio Barcelona, donde escribió, en el año 1952, el primer “serial” radiofónico de todo el país, "El amuleto que dijo la verdad", que el mismo año salió publicado como novela. Para el espacio "Imágenes sonoras" escribió innumerables guiones originales. También, para Radio Barcelona, creó el serial, "Los Rigodón", pequeñas historias en clave de humor sobre el día a día de una típica familia de la época, lo que hoy conocemos por sitcom. Para la editorial Iberia prologó e hizo anotaciones de clásicos como La araucana, de Ercilla, La perfecta casada, de Fray Luis de León o Las tragedias de Eurípides. Posteriormente, para el espacio "Teatre", de Radio 4, adaptó muchas obras de teatro clásico y contemporáneo. Para la colección infantil "Taller de teatro", de la editorial La Galera, escribió La brujita sin escoba y realizó la adaptación de la fábula de La Fontaine Los hijos del pastor, así como diversas traducciones del francés. Escribió muchos cuentos infantiles, entre los que podríamos destacar "Los cuentos pasteleros", del año 1962. Fue la creadora del consultorio sentimental radiofónico "Elisa de Montagut" y, posteriormente, también del de Nuria Grau, ambos para Radio Nacional de España.
En 1951 se casó con el actor y doblador Josep Mª Angelat y fue madre de un hijo y una hija, Marta Angelat Grau, actriz, también de doblaje, y directora de escena. Murió en Barcelona en enero de 1992.»

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