Amos Oz. Una historia de amor y oscuridad. (2002 del original).
Madrid, Siruela, 2004. Traducción del hebreo de Raquel García Lozano. 640 p. (Nuevos Tiempos, 41)
Foto: Amos Oz
"… mi madre me dijo que (…) los libros pueden cambiar con los años igual que las personas (…), pero la diferencia está en que casi todas las personas al final te abandonan a tu suerte, cuando llega un día en que no obtienen de ti ningún provecho, ningún placer, o ningún interés o al menos algún buen sentimiento, mientras que los libros jamás te abandonan. Tú los abandonas a ellos a veces, y algunos incluso los abandonas durante muchos años, o para siempre. Pero ellos, los libros, aunque los hayas traicionado, jamás te dan la espalda: en completo silencio y con humildad te esperan en la estantería. (…) No se quejan. Hasta que una noche, cuando de pronto necesitas uno, aunque sea a las tres de la madrugada, aunque sea un libro que has rechazado y casi has borrado de tu mente, no te decepciona y baja de la estantería para estar contigo en ese duro momento. No echa cuentas, no inventa excusas, no se pregunta si le conviene, si te lo mereces y si aún tienes algo que ver con él, sencillamente acude de inmediato cuando se lo pides. Jamás te traicionan."
Sobre el trágico y complejísimo conflicto de Oriente Medio se ha escrito mucho, y sin duda obras muy interesantes. Sorprende sin embargo que en general la sociedad española conozca tan poco y tan mal los orígenes y la realidad presente del problema palestino-israelí. Por eso merece la pena leer libros como esta novela autobiográfica de Amos Oz, escritor israelí, que nos ofrece una visión no polarizada del conflicto. Precisamente la polarización sobre este tema, desde luego en la derecha política pero también incluso en parte del activismo de izquierdas, es una muestra de que no hay un conocimiento suficiente de la cuestión, y así las posturas se vuelven cada vez más radicales, más incapaces de la escucha y el diálogo, de admitir la visión de la otra parte. Al decir esto no estoy defendiendo en absoluto una imparcialidad o ecuanimidad totales, pues en el enfrentamiento entre israelíes y palestinos, y aunque haya que ser críticas con las dos partes, para mí resulta más que evidente la desproporción de fuerzas y de violencias, y es a Israel a quien hay que condenar más, y con motivos más que suficientes.
Amos Oz nació en Jerusalén en 1939. Sus ascendientes eran judíos rusos y polacos, que llegaron a Palestina cuando ésta se encontraba bajo mandato británico. Tiene una extensa obra, novelas, relatos, poesía, ensayo, es periodista y un hombre de izquierdas comprometido con el pacifismo (de hecho fue uno de los fundadores del movimiento pacifista israelí Shalom Ajshav, Paz Ahora). En sus obras de ensayo ha escrito reiteradamente sobre la cuestión palestino-israelí. Los premios y reconocimientos literarios que se le han hecho son numerosos: recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2007, por ejemplo.
Una historia de amor y oscuridad es una novela autobiográfica, larga, entretenida, bien escrita, y, como cabe esperar en este tipo de obras, una historia familiar, referida a cuatro generaciones, los antepasados del escritor; nos habla también de su propia infancia y juventud, y de la muerte por suicidio de su madre, un hecho que le marcó profundamente.
Y el libro nos sirve también para conocer mucho de la historia del Estado de Israel, incluso la etapa anterior a su creación.
La cultura judía, el sionismo y el antisemitismo están presentes en muchas de las páginas del libro, y asimismo se nos cuenta la formación de un escritor, su pasión por la literatura. Por cierto, me ha encantado comprobar que algunas de las lecturas infantiles de Amos Oz eran las mías, y en concreto le gustaba mucho una novela que ha sido siempre de mis favoritas: Miguel Strogoff, de Julio Verne.
Aprovecho para recomendar un par de obras sobre el conflicto entre Israel y Palestina, aunque, como ya he dicho, sin duda hay muchas más obras interesantes.
- Merece la pena leer el libro del premio Nobel Mario Vargas Llosa: Israel y Palestina: paz o guerra santa. Madrid, Santillana, 2006. 187 p.
Se trata de una serie de artículos publicados previamente en El País. Se leen muy bien, son muy interesantes, y el escritor es capaz, aun declarándose admirador de Israel, de criticarlo con la dureza necesaria por su violencia hacia la población palestina. Tiene la ventaja, este libro, de que deja calladas a las gentes proisraelíes a ultranza, puesto que a Vargas Llosa no se le puede considerar precisamente un activista radical propalestino.
- La obra de la profesora de historia y ensayista israelí Idith Zertal, La nación y la muerte: la Shoá en el discurso y la política de Israel. Madrid, Gredos, 2002. 350 páginas, un libro muy interesante y documentado sobre la utilización de la Shoá, el Holocausto, por parte del sionismo y del Estado israelí.
He extraído algunos fragmentos de la obra que me han parecido especialmente interesantes, por si queréis leerlos:
Sobre el conflicto palestino israelí:
"En los años veinte todo el mundo sabía que los judíos no tenían futuro ni con Stalin, ni en Polonia ni en ningún lugar de la Europa del Este, y fue tomando fuerza la idea de marchar en dirección a Eretz Israel. Por supuesto no todos pensaban así, los ultraortodoxos se oponían tajantemente, y (…) los comunistas y los asimilados, que se consideraban más polacos que Paderevsky y Moycechovsky (…) Por supuesto conocíamos las duras condiciones de vida en Eretz Israel: sabíamos que hacía mucho calor, que había desierto y pantanos, que faltaba trabajo, y que había árabes pobres en los pueblos, pero veíamos en el gran mapa que colgaba en la pared de la clase que los árabes no eran muchos, habría entonces aproximadamente medio millón, con seguridad menos de un millón, y existía la total certeza de que habría sitio para unos cuantos millones de judíos más, y que a los árabes tal vez se les instigaría contra nosotros, como al pueblo llano de Polonia, pero podríamos explicarles y convencerles de que de nosotros sólo obtendrían beneficios, beneficios económicos, sanitarios, culturales y otros muchos. Creíamos que pronto, en unos pocos años, los judíos serían mayoría en Eretz Israel y entonces demostraríamos al mundo entero una conducta ejemplar con la minoría árabe: nosotros, que siempre habíamos sido una minoría oprimida, nos comportaríamos con la minoría árabe con honestidad y justicia, con generosidad, participaríamos con ellos en la construcción de la patria, compartiríamos todo con ellos (…). Era un bonito sueño."
(p. 240-241)
"Es extraño, durante muchos años soñé con volver a Israel y, cuando ese sueño se ha materializado, vivo aquí como en una pesadilla."
(p. 261)
"Se acabaron los años heroicos, los años de la Guerra Mundial, el exterminio judío en Europa, los partisanos, el alistamiento masivo en el ejército británico y la brigada judía que creó Gran Bretaña en la guerra contra los nazis, los años de lucha contra los ingleses, la resistencia, la inmigración ilegal, los asentamientos construidos a la fuerza, la guerra a vida o muerte contra los palestinos y contra los ejércitos regulares de cinco países árabes.
Al terminarse "los años grandiosos" nos llegó de pronto "la mañana del día siguiente": grisácea, deprimente, húmeda, avara y mezquina."
(p. 468-469)
[Efraim, un judío que reside en un kibbutz, habla sobre los palestinos con el narrador: ]
"- ¿Asesinos? ¿Pero qué esperas de ellos? Desde su punto de vista, nosotros somos extraterrestres que hemos aterrizado aquí y hemos invadido su tierra, poco a poco hemos ido apoderándonos de ella y, mientras les asegurábamos que habíamos venido para ayudarles, (…), para liberarles del atraso y la ignorancia y del yugo de la opresión feudal, con artimañas nos íbamos quedando con su tierra pedazo a pedazo. Así pues, ¿qué pensabas? ¿Que nos iban a agradecer nuestro bondad? (…) ¿Que nos iban a entregar respetuosamente las llaves de todo el país sólo porque nuestros antepasados estuvieran aquí alguna vez? ¿Qué tiene de raro que se hayan alzado en armas contra nosotros? Y ahora que les hemos causado una derrota aplastante y cientos de miles viven en campos de refugiados, ¿qué quieres?, ¿esperas tal vez que compartan nuestra alegría y nos deseen lo mejor? (…) En ninguna parte del mundo me quieren. (…) Nadie en el mundo me quiere. Esa es la cuestión. (…) Sólo por eso llevo un arma, para que no me echen también de aquí. Pero no usaré la palabra "asesinos" para hablar de los árabes que han perdido sus pueblos. (…) Con respecto a los nazis, sí. Con respecto a Stalin, también. Y con respecto a todos los saqueadores de tierras ajenas.
- ¿Pero no se deduce de tus palabras que nosotros aquí también somos saqueadores de tierras ajenas? ¿Qué pasa? ¿Es que no estábamos aquí hace dos mil años? ¿No nos expulsaron de aquí a la fuerza?
- Es muy sencillo -dijo Efraim-: si no es aquí, ¿dónde está la tierra del pueblo judío? ¿Debajo del mar? ¿En la Luna? ¿O es que sólo el pueblo judío entre todos los pueblos del mundo no se merece una pequeña patria? (…) Ellos [los palestinos] intentaron matarnos a todos en el 48. En el 48 hubo una guerra terrible y ellos mismos fueron quienes plantearon la cuestión en términos de o ellos o nosotros, y nosotros vencimos y les quitamos las tierras. ¡No hay que enorgullecerse de ello! Pero si ellos nos hubiesen vencido en el 48, habría que enorgullecerse mucho menos: ellos no habrían dejado con vida ni a un solo judío. Y realmente, en todo su territorio no vive hoy en día ni un solo judío. Pero esta es la cuestión: como les quitamos lo que les quitamos en el 48, ahora ya tenemos. Y como ahora ya tenemos, no debemos quitarles más. Se acabó. (…) si algún día les quitamos más, ahora que ya tenemos, sería un grave pecado."
( p. 523-524)