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22 de mayo de 2010

UNA LECTURA PACIFISTA Y QUEER DE XENOGÉNESIS, DE OCTAVIA BUTLER


Este artículo fue escrito para el taller sobre Octavia Butler que realicé el 7 y 8 de mayo de 2010 en el Festival Ladyfest Madriz 2010, gracias a la invitación de Ladyfest Madrid. Doy también las gracias a las asistentes al taller, por sus aportaciones, que siempre me son tan valiosas a la hora de escribir después en este blog.

(Datos tomados de Wikipedia, donde pueden encontrarse más):
Octavia Estelle Butler, escritora afroamericana de ciencia ficción, nació el 22 de junio de 1947 en Pasadena, California, USA, y murió a los 58 años, en 2006.
En español se ha publicado su relato “Hijo de sangre” y la trilogía Xenogénesis, obras de las que hablaré a continuación.
Hija única de una familia muy humilde y baptista, el padre, limpiabotas, murió cuando ella era niña, y fue criada por su abuela y su madre, que trabajaba de sirvienta. Se dice que era introvertida y soñadora y que empezó a escribir para escapar de la soledad y el tedio, interesándose muy pronto por la ciencia ficción, tanto en sus lecturas como en sus escritos, de hecho, se especializó en este género literario.
Su obra es amplia, destacando, además de las obras ya citadas:
La serie Patternist, con las novelas Patternmaster (1976); Mind of My Mind (1977); Survivor (1978); Wild Seed (1980); Clay's Ark (1984) y Seed to Harvest (recopilación; la ed. de 2007 no incluye Survivor).
La serie Parable, con Parable of the Sower (1993) y Parable of the Talents (1998).
Las novellas Kindred (1979) y Fledgling (2005)

Xenogénesis. Barcelona, Ultramar, 1989-1990.
Trilogía compuesta por los volúmenes:
Amanecer (Dawn, 1987)
Ritos de madurez (Adulthood Rites, 1988)
Imago (Imago, 1989)

Para la mayoría de las especies, diferente significa amenazador.”
Los seres humanos temen a lo diferente. A los oankali les encanta la diferencia; los humanos persiguen a sus diferentes, y sin embargo los necesitan para darse a sí mismos definición y estatus. Los oankali buscan la diferencia y la coleccionan. La necesitan para evitar caer en el estancamiento y la sobrespecialización.”
Nuestros hijos serán mejores que cualquiera de nuestras razas.”
Octavia Butler. Xenogénesis.

Amanecer Xenogénesis comienza con una abducción. Lilith Iyapo, mujer estadounidense negra de origen nigeriano, se despierta sola, desnuda y encerrada en una extraña habitación-celda. No sabe dónde está ni quién la ha encerrado. Recuerda haber dormido y despertado varias veces antes; haber escuchado una voz que le hacía preguntas, pero que no respondía a las suyas. Ha sentido miedo e ira contra sus captores, e intentado rebelarse, con silencio o con gritos, con golpes en las paredes, hasta que la soledad la vencía, y contestaba a esas preguntas.

Recuerda también que tuvo marido e hijo, pero ambos murieron en un accidente de coche, antes de la guerra. La guerra, sí, de eso por supuesto se acuerda también: una guerra nuclear que casi lleva a la humanidad a su extinción completa. Sólo sabe que ella ha sobrevivido.

Estamos, pues, podemos reconocer lxs lectores asiduxs al género, ante una distopía de ciencia ficción: un tiempo postnuclear. Las feministas tendremos en cuenta que el nombre de Lilith seguramente no sea gratuito: Lilith fue la primera mujer de Adán, creada en igualdad de condiciones a él, pero cuyo carácter rebelde e insumiso la hizo marchar del paraíso voluntariamente.

En este nuevo despertar con que comienza la novela Amanecer, Lilith conocerá pronto a uno de sus captores. Aparece en un rincón de su celda cuando ella está a punto de dormirse. Habla con Lilith, y le explica que no es humano como ella. Es un alienígena, un oankali, y se llama Idahya. A Lilith su aspecto le produce un terror y una repulsión extremos, porque su cuerpo está cubierto en muchas zonas de tentáculos que a la mujer le parecen serpientes.

Poco a poco y según Lilith va logrando superar su pánico y repugnancia, el oankali le explica quiénes son los suyos y a qué han venido hasta la Tierra, aunque le dice que no están en la Tierra, sino en una nave espacial, orbitando alrededor del planeta. Esta nave, además, es un organismo vivo (las paredes de la celda por ejemplo son su carne), y autosuficiente, por lo que puede navegar mucho tiempo por el espacio interestelar.

Los oankalis son un pueblo con capacidad natural para la ingeniería genética, y comerciantes de genes. Viajan por el Universo buscando otras especies con las que intercambiar su propio material genético, pues lo necesitan para sobrevivir:
"Hacemos lo que ustedes llamarían ingeniería ge­nética. En nosotros es una cosa natural: debemos ha­cerlo. Nos renueva, nos permite sobrevivir como una es­pecie en evolución, en lugar de especializarnos hasta caer en el estancamiento o la extinción.”

Idahya le explica también a la mujer terrestre que los oankali han regenerado la Tierra devastada por el desastre nuclear (han pasado muchos más años de los que Lilith supone: 250 años mientras ella ha estado dormida). Los alienígenas pueden, además, curar las enfermedades de los humanos: gracias a conocer el cáncer (que Lilith tenía sin saberlo y del que la han sanado), son capaces de manipular la genética humana para esa sanación, y más aún, de alargar considerablemente la vida de los terrestres, aumentar su fuerza y sus capacidades, y liberarles de lo que los oankalis (que se consideran a sí mismo como una especie no violenta) creen la principal tara de los habitantes de la Tierra: éstos son inteligentes, sí, pero jerárquicos, y ello les lleva al deseo de poder, y al conflicto y la guerra. Los oankalis ofrecen todo esto, pero a cambio quieren cruzarse con los terrestres: con esa condición les devolverán a la Tierra regenerada.

Han elegido a Lilith para que sea su mensajera, para que despierte a los demás humanos que siguen dormidos, y les repita cuanto Idahya le ha dicho, y trate de convencerles de que acepten la oferta regresar a la Tierra a cambio de crear una raza híbrida.

Lilith se rebela, y dado que no tiene escapatoria, el oankali le ofrece incluso la posibilidad del suicidio (pues los tentáculos de estos seres pueden matar a los terrestres aguijoneándoles con ellos: en defensa propia si son atacados, por ejemplo, o para ayudar a morir, en este caso). Tras meditarlo, la mujer humana opta por la vida.

El siguiente paso para Lilith es aprender a conocer y convivir con los oankalis.

Así, sale de su habitación y empieza a vivir en la nave (que es enorme) con una familia oankali. En ella conoce a un niño ooloi, Nikanj, personaje que será decisivo en la vida de Lilith, primero para enseñarle más que nadie acerca de los extraterrestres. Entre los alienígenas no hay dos sexos, sino tres: machos, hembras, y un sexo neutro, los ooloi, que son además los principales ingenieros genéticos y sanadores naturales (su propia biología les prepara para ello, curan con su propio cuerpo). Cuando los oankali nacen, no tienen un sexo predeterminado: lo adquieren más tarde, tras una metamorfosis (los machos y las hembras), o dos, en el caso de los ooloi (estos son físicamente diferentes, tienen dos brazos normales pero también otros brazos sensoriales, con los que curan). Lilith también se entrevista con un humano superviviente de la guerra que ha decidido quedarse a vivir con los oankali, Paul Titus, que al poco de estar con ella la agrede e intenta violarla.

Una vez los oankali consideran que ha llegado el momento de despertar a los otros humanos, Lilith empieza a hacerlo, y con ello a encontrarse con problemas, muchos. Intenta que los primeros que elige (la primera es Tate, una mujer que será amiga-enemiga de Lilith y reaparecerá en el segundo libro de la trilogía) la ayuden, pero los que despiertan a veces no creen estar en una nave, y sospechan y acusan a Lilith de ser una traidora, cómplice de los alienígenas, y de que se ha vendido a ellos. La protagonista, convertida en el chivo expiatorio de todos los problemas de los humanos, empieza a sentir una gran soledad. Surgen disputas, peleas, bandos, parejas sexuales y sentimentales, traiciones…

Lilith se empareja con Josef, hombre de origen chino. Hay una primera escena de sexo entre Lilith, Josef y el ooloi Nikanj. Los ooloi unen al macho y hembra terrestres, con su brazo sensorial y mediante estimulación neuronal. Y una vez han probado ese tipo de sexo, ni ellos ni ellas pueden ya copular entre sí, no tienen deseo, incluso sienten repugnancia ante el simple contacto físico. Eso les provocará un gran rencor e ira contra los oankali.

La atracción de los oankali hacia los humanos es muy fuerte, pero también en el sentido contrario, el aroma de los ooloi les hace irresistibles para los terrestres, aunque intenten evitarlo, porque además los ooloi les producen un placer muy intenso. El amor y sexo se plantea así como una cuestión química.

Los ooloi son imprescindibles en el contacto sexual: en su especie no hay parejas sino tríos. Además, los ooloi mantienen este tipo de relación o conexión neuronal, en que no hay contacto genital sino sólo a través de su brazo sensorial, con los varones humanos, y para éstos es muy difícil de aceptar, porque identifican a los ooloi con en género masculino aunque no sea así en realidad, y sienten homofobia .

Una vez ya hay un grupo suficiente de humanos preparados, empiezan a vivir en una pseudoselva, una imitación de la selva tropical terrestre que los oankali han fabricado en la nave, aunque algunos de los humanos creen que realmente están en la Tierra y los alienígenas los engañan. Debido a esta sospecha, hay disensiones, y algunos empiezan a huir. Finalmente Lilith y Josef también huyen con un grupo. Uno de los fugados mata a Josef. Los oankali acuden a ayudar a Lilith, Nikanj resulta herido, y ella se deja conectar por los tentáculos del ooloi para ayudarle a vivir. Eso la convertirá definitivamente en una traidora para el resto de humanos.

Además, pronto Lilith descubrirá que está embarazada: Nikanj la ha preñado, con genes oankali y los de Josef. Lilith se horroriza, piensa que su hija (el ooloi le asegura que tendrá una niña) no será humana, sino un monstruo. Nikanj le explica que no lo será en absoluto, es entonces cuando dice:
“—Nuestros hijos serán mejores que cualquiera de nuestras razas —continuó él—. Moderaremos vuestros problemas jerárquicos y vosotros disminuiréis nuestras limitaciones físicas. Nuestros hijos no se destruirán a sí mismos en una guerra...”

Un grupo de humanos es devuelto a la Tierra. Pero Nikanj le dice a Lilith que los han esterilizado, para así obligarles a volver hasta ellos, los extraterrestres, y aceptar su propuesta de mezclar las dos especies.

Lilith se resigna a la idea de que nunca podrá formar parte de uno de esos grupos humanos que se rebelan y escapan de los oankalis, porque es considerada una traidora y ahora más aún, porque va a tener una hija mestiza. Pero piensa que podrá aprender a conocer mejor a los alienígenas, y transmitírsela a los humanos que aa partir de ahora irían despertando…

Esta vez, ella tendría más información para ellos. Y ellos tendrían largas, saludables vidas ante sí. Quizá pu­dieran hallar una respuesta a lo que los oankali les habían hecho. Y quizá los oankali no fuesen perfectos. Po­dría escapárseles alguna gente fértil, aunque fuera poca. Y quizá esa gente fértil pudieran hallarse los unos a los otros. Quizá. «Aprended y huid». Aunque ella estuviera perdida, otros no tenían por qué estarlo. La Humanidad no tenía por qué estarlo.”

Ritos de madurez
Este segundo libro narra la historia de uno de los hijos de Lilith, un híbrido entre humano y oankali. La acción se sitúa en la Tierra.

Nace Akin, hijo de Lilith, Josef (de sus genes, porque ya ha fallecido), Nikanj, Ahajas y Dichaan. Es un niño, un macho construido, el primero nacido de madre humana, pues los machos construidos solían nacer hasta ahora de madres oankalis, al considerar éstos que los construidos machos podían ser más inestables y peligrosos que las hembras, por su cercanía a los humanos y a su tara genética (inteligencia más comportamiento jerárquico). Es un niño muy inteligente y su desarrollo es notablemente más rápido que en los niños humanos no construidos: a los pocos meses ya puede hablar a la perfección. Vive en un pueblo llamado Lo, con su familia.

Akin tiene una apariencia casi por completo humana; otros niños y niñas pueden asemejarse más a los oankalis, pero ninguno es un monstruo, como temía Lilith. Ella está cada vez más integrada en la sociedad que están creando ambas especies, aunque sigue considerándose a sí misma en cierto modo una traidora a la humanidad, pese a que los ayuda cuando puede, incluso a los resistentes.

Por otra parte están en efecto los humanos resistentes, que no quieren unirse a los oankalis, viven en sus poblados y son infértiles, pues los alienígenas consideran inmoral que los terrestres puedan reproducirse teniendo en cuenta su predisposición genética para destruirse a sí mismos con la violencia y la guerra. De hecho en esos poblados los humanos se pelean y matan entre sí.

Tino, un resistente que procede del poblado llamado Fénix, llega a Lo, y se empareja con Lilith. El niño Akin es secuestrado con nueve meses por unos hombres –mercaderes, bandoleros-, que quieren venderlo a los humanos resistentes, pues Akin, como ya se ha dicho, parece exteriormente humano, sólo tiene distinta la lengua, que es como los tentáculos sensoriales oankali (puede probar a las personas con ellas, conocerlas a través de ese órgano, pero también matarlas).

A partir de aquí se nos narra la odisea de Akin con los bandoleros. Le llevan a Fénix, y le venden allí. En el pueblo reencuentra a Tate, la primera mujer que Lilith despertó, y a Gabe, pareja de ésta. Los humanos compran estos niños al sentirse desesperados a causa de su infertilidad. De hecho aparecen otras dos niñas construidas, y hay una historia horripilante: una de las mujeres del poblado quiere cortarles los tentáculos a las niñas para que parezcan más humanas, lo que supondría dejarlas sin sentidos para comunicarse, pues los tentáculos son como los ojos, oídos, olfato humanos… Las niñas tienen que huir para evitarlo.

Akin espera la llegada de Lilith y su familia para ser rescatado. Sabe que ha nacido su hermana de camada, y se da cuenta de que al estar él lejos no podrá tener con ella la intimidad y el vínculo muy especial que logran los hermanos que sí conviven.

El niño vivirá con los rebeldes hasta los tres años. En realidad los oankali han decidido que es muy conveniente que sea así, para que aprenda cómo son los resistentes; pese a ello, su familia, que no está de acuerdo con esto, le ha seguido buscando.

Sin embargo realmente poco a poco Akin va entendiendo la postura humana, su resistencia. Él es un híbrido, un mestizo, y eso le permite conocer bien a las dos partes. Comprende que los oankali no son tan buenos como ellos mismos creen. Los humanos se quejan de que les han quitado la libertad al hacerles estériles. Además las naves oankali, esos organismos vivos autosuficientes, destruirán la Tierra al irse, pues se alimentan de todo lo que hay en el planeta, y la dejarán convertida en una roca yerma también.

Al fin Lilith, Tino, Nikanj y otros oankali localizan a Akin. Reencuentro entre Tate, la resistente, y Lilith, la que ha decidido vivir con los oankal. Los personajes de Lilith y Tate están muy bien creados, son mujeres fuertes, que han sido amigas y luego enemigas, pero pueden volver a recuperar esa antigua amistad, y si bien recelan la una de la otra y no están de acuerdo en sus posturas, se admiran mutuamente.

De regreso a Lo, Akin y su hermana de camada Tiikuchahk, con la que no pudo conexionarse en el debido momento de la infancia al estar él secuestrado, son llevados a una nave oankali, de nombre Chkahichdahk, para completar su aprendizaje. Akin tiene 20 años. Es desdichado, porque se siente muy lejos de su hermana de camada, no logra conexionarse con ella, y porque se encuentra dividido entre los humanos y los oankali. No desea ir a esa nave, a veces cuando se escapa de Lo para visitar poblados de resistentes.

Finalmente ambos van a la nave. Allí conocen a los Akjai, oankali que son objetores de conciencia, no participan en el comercio de genes ni en la mezcla con otras especies, y conservan su forma originaria, son una especie de grandes gusanos, que recuerdan a los alienígenas del relato de Butler “Hijo de sangre”.

Después Akin vuelve a la Tierra, y decide ir a Fénix. Allí reencuentra a Tate, gravemente herida, a la que cura. Llega el momento de su metamorfosis y los humanos resistentes tienen que ayudarlo, pues los oankali necesitan ayuda durante ese período, duermen mucho y hay que ayudarles incluso a comer.

Tras la metamorfosis se convierte en un macho que parece más oankali que humano. Y consigue convencer a los primeros de que den una oportunidad a los humanos resistentes: se les devolverá la fertilidad y podrán irse Marte, a terraformar el planeta. Akin se va con ellos. Pese a que los alienígenas creen que no servirá de nada porque la genética humana les llevará de nuevo a la autodestrucción, Akin y los resistentes les hacen comprender que se trata de su libertad, y que quieren una esperanza.

Imago
La tercera novela de la trilogía está dedicada a otro hijo de Lilith, Khodahs. Por en un error involuntario de su progenitor ooloi Nikanj, Khodahs se convierte en ooloi tras su primera metamorfosis, ante la sorpresa de todos. Es el primer ooloi construido de madre humana.
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Los oankali tienen miedo ante esta nueva situación, y de hecho, pronto verán confirmados sus temores: Khodahs no controla bien la manipulación genética, y del mismo modo que puede cambiar su propia apariencia involuntariamente, también lo hace con los demás, incluso con animales y plantas. Los oankali consideran que lo mejor es que el muchacho se vaya a la nave que orbita alrededor de la Tierra, Chkahichdahk, donde no será tan peligroso. Pero él no quiere y junto con su familia se marcha de Lo una temporada.
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Poco a poco aprende a controlar sus capacidades. El resto de la novela describe la búsqueda por parte de Khodahs, junto con otro hermano suyo de camada, también ooloi, no sólo de su propia identidad (como le pasó a su hermano Akin), sino de una pareja de humanos con los que atriarse ambos. Al fin los localizan, provenientes de un poblado de humanos que siguen siendo fértiles, algo que los oankali desconocían, aunque los pobladores sufren muchas enfermedades por su aislamiento, su endogamia y su no contacto con los oankali. Khodahs y su hermano los van curando y unos y otros aprenden a conocerse.
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El final es alentador, de comprensión, consenso, paz y fusión entre las dos especies.

Hay tres aspectos que quiero destacar en esta obra:

Construcción literaria de toda una especie alienígena.

Xenogénesis es una obra dura y compleja, con pocas concesiones a la evasión. No deja indiferente. Es una formidable construcción de una especie alienígena, igual que otros autores inventan otros mundos. Desde los distintos tipos de oankali, akjai, toath, dinso, hasta las naves que son organismos vivos y autosuficientes, hay muchos elementos sorprendentes, muchos y pequeños detalles que demuestran que el trabajo de escritura de Butler fue sin duda largo, minucioso y completo.

Elementos a destacar son por ejemplo la estructura familiar de los oankali: la hembra y el macho que son hermanos de camada se emparejan, pero necesitan un ooloi, no de su familia sino de otra, para atriarse. En cuanto a los terrestres, cuando se mezclan genéticamente con los oanakali, los hijos híbridos, mestizos o construidos, como se les llama en la novela, tienen cinco progenitores: madre hembra y padre macho oankalis, progenitor ooloi oankali, madre hembra y padre macho humanos. Pueden nacer físicamente de la hembra oankali o de la humana. El tipo de parto es distinto. El de las oankalis recuerda un poco lo que se nos narra en el cuento “Hijo de sangre”: la hembra oankali no tiene útero como la humana, las criaturas se mantienen dentro de su cuerpo, y salen a través de una abertura que efectúan al azar después de una gestación de quince meses. No es un parto doloroso, pero sí debilitante y necesitan la atención y la presencia de sus cónyuges y familiares.

Otro de los elementos mejor creados es la figura de los ooloi, los oankali de género neutro. Son básicos en la vida y la sociedad oankali, no sólo por su condición de sanadores, sino porque todo contacto, ya sea por reproducción sexual o para placer, está mediado por ellos, que además mezclan y manipulan los genes para lograr la descendencia. Los ooloi son seductores, su aroma resulta irresistible, y pueden ser bastante manipuladores también psicológicamente. Su capacidad de sanación para sí mismos y para otros es desde luego envidiable.

-Una obra queer.

Creo que Xenogénesis puede leerse desde una perspectiva queer, ya que la autora se atreve a inventar alternativas a la rígida dicotomía de géneros de nuestro mundo, presentando una especie alienígena en que:
– hay tres géneros (macho, hembra y neutro) en lugar de dos.
– Los ooloi tienen relaciones sexuales con machos y hembras, o con ambos a la vez.
– Las relaciones sexuales, y la estructura familiar, se basa en los tríos, no en las parejas, y cuando los oankali se mezclan con los humanos hay incluso cinco progenitores para las criaturas, que son híbridas, mestizas, rompiendo así también la dicotomía entre especies.

Aquí es importante también mencionar que se ha estudiado a Octavia Butler, por parte de la crítica feminista, prestando especial atención al tema del ciborg en su obra. No se trata del ciborg estrictamente técnico (el híbrido de humano y máquina cuyas partes biológicas y mecánicas se integran en un solo sistema autorregulado), sino de la figura simbólica, el ciborg de Donna Haraway, pensadora feminista que precisamente en su Manifiesto ciborg, de 1985 (fecha que coincide con los Premios otorgados al relato de Butler) define: “un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción”, “una criatura en un mundo post genérico” “a finales del siglo XX -nuestra era, un tiempo mítico-, todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo; en una palabra, somos cyborgs”, y nombra específicamente a la escritora afroamericana en su Manifiesto.

Dos elementos son básicos en este sentido, desde la perspectiva queer:
- el ciborg es un híbrido, está a mitad entre dos cosas, deshace las dicotomías (como los ooloi de género neutro, o las criaturas nacidas del cruce entre los humanos y los oankali), y es una construcción, de ahí lo significativo de que Butler llame construidos a esas criaturas mestizas como Akin y Khodahs. Construidas genéticamente, pero que también se pueden construir a sí mismas, lo que aprende a hacer Khodahs. Es esa autoconstrucción de la propia identidad, liberándose de la normatividad impuesta como “natural”, lo que pide y reivindica la teoría queer, tanto al hablar de género como de opción sexual.

Xenogénesis es uno de los pocos ejemplos dentro de la ciencia ficción de interés por estos temas, y de innovación: el género siempre ha acostumbrado a mostrarse muy conservador en temas de opción sexual e identidad de género, aunque por fortuna en los últimos tiempos esto está cambiando.

(Para recordar brevemente qué es la teoría queer (el nombre procede de la palabra inglesa queer: «raro»): esta teoría o pensamiento tiene sus raíces tanto en el movimiento de liberación gay-lesbiano como en el feminismo, y cuestiona la idea de una identidad de género y sexo estables y naturales, negando las categorías dicotómicas, los dualismos: mujer/varón, femenino/masculino, heterosexualidad/ homosexualidad, por considerarlas construcciones culturales e ideológicas. Frente a esos binarismos, lo queer reivindica la multiplicidad, la flexibilidad, y a la vez lo raro, lo inapropiado, la parodia para hacer visible que el género es una perfomance, la marginalidad, la incorrección política, la provocación, y asimismo la producción de un saber propio. Las personas queer quieren convertirse así en sujetos incómodos y no adaptados, no clasificados, no apropiados en las categorías binarias de sexo/género.)

Una obra pacifista

Como en muchas otras obras de ciencia ficción, en Xenogénesis hay un discurso profundo tras lo simbólico, tras la parábola que se nos cuenta a través de la historia narrada, y este discurso, en mi opinión, es una reflexión pacifista sobre temas y motivos como:

– La violencia (y la noviolencia); el poder y la sumisión, las jerarquías, las relaciones desiguales; la libertad: temas que reaparecen en otros textos de la autora, como por ejemplo el cuento “Hijo de sangre”. Butler parece tener a priori una visión muy pesimista sobre la humanidad: los humanos somos, por nuestra genética, violentos, y no podemos cambiar esta tendencia, que nos lleva a la guerra, a la autodestrucción.

– El contacto entre la especie humana y otra, alienígena, un clásico tema de la ciencia ficción: es, al fin y al cabo, el tema de la otredad, de la dificultad de comprender, empatizar, relacionarse con el diferente, que puede ser la persona extranjera, o de otra raza, o religión, o género, o planeta o especie. Los alienígenas han sido presentados en la ciencia ficción de muy distintos modos:

* monstruos que atacan nuestro mundo y de los que hay que defenderse con la guerra, dando lugar en mi parecer a esa propaganda militarista encubierta que tanto gusta a tantos estadounidenses (ahí están los marcianos de La guerra de los mundos, de H. G. Wells, las chinches de Las brigadas del espacio, de Heinlein, o los insectores de El juego de Ender, de Orson Scott Card: seres sin individualidad, incluso semejantes a insectos…)

* seres superiores que vienen digamos a darnos la charla para que seamos buenos (hay gente que cree que los ángeles son en realidad extraterrestres; los oankali sermonean un poco, pero no llegan por fortuna a la perfección angelical)

* En algún momento (el período McCarthy en USA, por ejemplo), el género plantea que los alienígenas están en realidad entre nosotros, haciéndose pasar por nosotros de hecho, para dominar el mundo (la paranoia llegó hasta Expediente X).

* Poco a poco se presenta a los extraterrestres como seres muy diferentes a los humanos, pero con los que debemos tratar de entendernos. Un salto importante hacia la superación de la xenofobia, aunque las otras visiones se mantienen.

La opción de Octavia Butler es presentar unos alienígenas que en principio parecen monstruos a los humanos: la escena del primer contacto entre Lilith y un oankali está magníficamente descrita: Lilith siente horror, y sólo con el tiempo y mucha voluntad puede superarlo. Cuando Nikanj le dice que la ha preñado y que tendrá una hija, la mujer terrestre se horroriza asimismo:
“—¡Pero no será humana! —susurró ella—. ¡Será una cosa! ¡Un monstruo!”.

Butler plantea este sentimiento hacia lo diferente como algo instintivo (de hecho, a los oankali también les parecen repugnantes los terrestres cuando les conocen, hasta que se acostumbran a ellos): el diferente siempre es aterrador. Sólo con un necesario trabajo de la voluntad y de la conciencia puede vencerse ese rechazo que viene del instinto. Y en efecto, Lilith lo logrará, y los oankali igualmente. Más aún: el cruce, la simbiosis entre especies dará lugar a seres nejores, superiores a aquellos de los que provienen.

– El tema de la injerencia o intervención de una civilización superior (en este caso los oankali) en el desarrollo, vida y mundo de otra especie menos desarrollada (los humanos). La ciencia ficción se plantea si existe derecho a esa intervención, y cuáles pueden ser sus consecuencias. La superioridad de los oankali se muestra en: han logrado navegar por el Universo, cosa que los terrestres no; son expertos en la ingeniería genética; en principio son más pacíficos, menos violentos que los humanos aunque no más inteligentes (incluso son vegetarianos, consideran que comer otros animales es inmoral, a mí esto no me parece que les haga superiores, pero a ellos sí); los oankali pueden comunicarse sin palabras conectándose con sus tentáculos; son más resistentes a las enfermedades, se curan más rápidamente incluso cuando les hieren con armas de fuego, su vida es mucho más larga; los ooloi tienen la facultad de curar…

En esta obra, al analizar en tema del derecho o no derecho a la injerencia (los oankali la practican con toda claridad e intención), hay que tener en cuenta la guerra nuclear que ha devastado la Tierra, es decir, que los alienígeneas no han llegado en un momento cualquiera.

–Ahora bien, ¿son no violentos los oankali? Es un debate interesante. Butler no es tan tonta como para presentar unos alienígenas perfectos. Son manipuladores no sólo genéticos sino psicológicos, imponen a los humanos la esterilidad, sus naves destruirán la Tierra al abandonar esta, la única solución que en principio ofrecen a los resistentes es irse a Marte, Nikanj preña a Lilith sin pedirle permiso…

Y no obstante, como se explica en la propia obra:
Los oankali no podían sugerir actos violentos… la violencia iba en contra de las creencias oankali. En realidad, iban en contra de su misma carne y huesos, en contra de todas y cada una de sus células. Los humanos habían evolucionado desde una forma de vida jerárquica, que dominaba y a menudo mataba a otras formas de vida. Los oankali habían evolucionado desde una forma de vida adquisitiva, que coleccionaba y se combinaba con otras formas de vida. Para los oankali, el matar no era sólo un despilfarro..., era tan inaceptable como el amputarse sus propios miembros sanos. Luchaban únicamente para salvar sus vidas y las vidas de otros. E, incluso entonces, luchaban para someter, no para matar. Y, si se veían obligados a matar, recurrían a armas biológicas recogidas genéticamente en millares de mundos. Podían ser absolutamente mortíferos, pero más tarde lo pagaban caro. Lo pagaban tan caro, que no tenían en su historia ningún recuerdo de haber atacado movidos por el odio, la ira, la frustración, los celos o alguna otra emoción… Cuando mataban, aunque fuese para salvar una vida, también ellos morían un poco.”

– Junto al tema del mestizo o híbrido, aquí entre dos especies muy diferentes, humana y alienígena (y serán estos mestizos o construidos quienes logren que estas dos especies se entiendan y unan verdaderamente por fin), hay otro tema muy interesante, el del traidor (en este caso traidora: Lilith). Los traidores suelen estar muy mal vistos por doquier, y sin embargo, he aquí que hay traidor@s heroic@s: aquell@s que se enfrentan a los suyos, por considerar que están cometiendo una injusticia (es el caso de l@s israelíes que se oponen a la política de su gobierno hacia los palestinos, o de las Mujeres de Negro de Belgrado, entre cuyos principios éticos de paz está, en sus palabras, “Aceptar el rol de traidoras, de mujeres desleales al estado y la nación,”, cuando éstos hacen la guerra, matan, destruyen, practican la limpieza étnica, incitan al odio hacia otras comunidades o países…). Y están quienes colaboran con un presunto invasor o enemigo porque creen que realmente no es tal, sino por el contrario trae mejoras para la vida de su grupo, y esto es lo que ocurre en Xenogénesis, y eso es lo que mueve a Lilith a vincularse a los oankali: piensa que es mejor para la humanidad.
Otro ejemplo inolvidable sobre el tema del traidor es el personaje de Estraven en La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin.

– Recordando otras novelas pacifistas como La voz de los muertos, de Orson Scott Card, creo que Xenogénesis es más realista. A diferencia de Ender, el protagonista de Card, Lilith no es una mesías, es una mujer normal y corriente como podríamos ser cualquiera de nosotras, enfrentada a una situación extrema.

Creo que la intención de la autora fue escribir una obra pacifista, planteando una parábola que muestra las relaciones jerárquicas o desiguales que han existido en la Tierra (desde la relación sometida al patriarcado entre varones y mujeres, o la de negros y blancos, ambas bien conocidas por la autora como mujer negra y feminista), pero también podría aplicarse a otros conflictos que todxs conocemos: el palestino-israelí, saharauí-marroquí, ruso-checheno… lamentablemente hay muchos más ejemplos. Butler quiere hacernos ver que la única solución es el entendimiento mutuo (también desde fuera, desde quienes observamos y nos decantamos a veces radicalmente por una de las dos partes considerando a la otra culpable, malvada y sin razón alguna que la justifique) e incluso la fusión física, la simbiosis entre los enemigos, nunca la violencia.

Por último, hablaré del relato “Hijo de sangre” (Bloodchild), publicado en 1995 en el libro Bloodchild and Other Stories, pero escrito antes, ya que ganó los Premios Nébula 1984, y Hugo, Locus y Science Fiction Chronicle, en 1985, al mejor relato corto. Podéis leer este cuento en la Biblioteca de relatos vinculada a este blog, pinchando en el título.

“Hijo de sangre” es un relato revulsivo, estremecedor de principio a fin. Lleva casi al extremo los temas planteados en Xenogénesis: la libertad, el derecho a decidir, el poder, la sumisión, la violencia, la simbiosis… Yo he puesto como lectura este texto en mi taller Fantástikas y siempre ha suscitado polémica. Algunas lectoras veían la historia como un alegato, desde luego de gran crudeza, contra las relaciones de sometimiento; otras, sin embargo, pensaban que la autora quiere superar esas relaciones mediante la simbiosis o incluso el amor.

La polémica, que no se cerró, es muy interesante. El problema de la primera postura es que no justifica el final, pues ¿cómo una mujer feminista y negra, sin duda rebelde, da ese fin a una historia de denuncia que debía conllevar la lucha contra la injusticia?

Y en cuanto a la segunda postura, la apuesta por la simbiosis, a mí me convence más, pero el relato es tan duro que resulta difícil de digerir. He encontrado enWikipedia una cita de la autora según la cual explica que su relato “no trata sobre la esclavitud, sino sobre el amor y la madurez y la reacción masculina al embarazo”.

Leed y decidid, y me encantaría que trajerais vuestras opiniones a este blog.